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Aparecido en abril de 1996.

??mala u ódiala. Chan Marshall es así, al extremo, sin términos medios. De esta misma forma, esta chica con garras de gato rasguña las cuerdas desvencijadas de su guitarra folk, como si el mundo se estuviera cayendo a pedazos ahí afuera y ella se quedara sola en la ceremonia del acabóse. Amantes antiguos, extracción de la violencia externa amenazante, ternura, pasión, soledad, muerte. Cat Power -alias de Marshall cuando comienza a maullar, defendiéndose de espaldas frente a los embistes de la vida- no escatima recursos en su proceso creativo. Esta linda nena te dejará helado y te cortará la cara sin pestañar si la provocas.

Las historias de What Would the Community Think, se fraguaron en medio de su errar por Atlanta, época en la que sobrevivía a sensaciones fuertes, como el abandono del hogar (“Padre dijo que me daría algo, me dio odio / madre no mires”) y ver a sus amigos en la adicción a la heroína. La postura gótica de Marshall, su desgarro (poignant, dicen en inglés), traspasó las fronteras de su ciudad hasta verse teloneando a Liz Phair y dejando boquiabierto a Steve Shelley, baterista de Sonic Youth y dueño de la disquera Smells Like Records. Amor a primera vista, fichaje inmediato y apoyo como banda de Shelley y Tim Foljahn de Two Dollar Guitar.

Las estrellas del underground se reúnen e hilan un tejido folk apasionante, cercano a Violeta Parra en su mordacidad y despojo. Eso si, pasada la revolución punk y en plena Nueva York de la película Kids, donde los skaters van a fumar porros al Central Park, golpean a un yuppie negro hasta dejarlo inconsciente y follan hasta agarrarse el SIDA. De la misma manera, el sexo casual, desesperado, existencial, es parte de la materia prima para las reflexiones y mugidos del “poder gatuno” en su tercera entrega, editada en 1996 nada menos que por Matador, casa de Pavement y Yo La Tengo, dos faroles del rock independiente.

La nena de Atlanta aparece como un fantasma sureño en este escenario. Su aparente fragilidad de cuerdas acústicas rompe el silencio de una manera agresiva, fría, lejana y quemante, como el hielo en las mejillas. Trasnoches de por medio, como lo evidencia la foto en el disco de un club cool, con chicas igualmente cool destruyéndose en la búsqueda de su propio ser. Trasnoches de borracheras sensibles o tardes de brisa relajada contemplando el sol en una terraza antigua, como ésas en las que se habría sentado Capote en su juventud, tan errante y desolada como la de la Marshall.

La niña mujer le partió el corazón al cantante de Smog, Bill Callahan, un chico tan triste como ella que luego de la ruptura odió a los periodistas (¿se la habrá arrebatado alguno?), pero que aceptaba casi indiferente que ella cantase su ‘Bathysphere’ en vivo y que dijera los versos “¿Qué pensará la comunidad? / Eres tan bello??? (‘What would the community think’) de una manera siempre insegura frente a los “bastardos allá afuera??? (“Keep the bastards guessing”, murmura en ‘Fate of the human carbine’).

Desde Sebadoh y la intimidad pujante de Lou Barlow, que no se veía nada similar. El folk no estaba de moda y el rugir de Cat Power era sólo un reflejo de la realidad de la calle, de la bohemia, de lo complejo de las relaciones en días de lleno y de vacío.

‘In this hole’, con su xilófono infantil, reminiscencias de otros tiempos y sus arpegios pausados, marca el tono vivaz de esta visión, mitad sueño-vigilia, mitad pesadilla: “En este hoyo en el que hemos caído / vamos cada vez más lejos de dónde deberíamos estar”. La pérdida de la juventud para alcanzar la iluminación o el final. Ahí apunta Marshall; años rudos, años difíciles, pero intensos. Ya vendría un mayor reconocimiento: portadas en Rolling Stone, ser rostro de Peta, tocar con Dirty Three como banda de apoyo. En What Would the Community Think, Cat Power está tan confusa y apuntando a matar como Velvet Underground en su debut. ‘Good clean fun’, ‘Nude as the news’ y su versión de ‘Bathysphere’ dejarán pocos indemnes de los rasguños en el alma de esta felina silvestre y desamparada. “Mi amor se fue bajo el río / debajo del agua fría / el demonio lo rodea todo” dice en ‘Water and air’ y Marshall no bromea; va más lejos y es más inquieta: “Ayer alguien en la calle me gritó tu nombre / alguien pensó que tu eras yo/ Ayer hubo una fiesta / no pude ir / me quedé despierta y pensé en ello toda la noche / Hoy hay una noticia en el diario / acerca de ti y de mí / y del día en que nos casamos / ese mismo día ellos se enamoraron / ese mismo día ellos murieron, enamorados / No quiero que mueras solo / estaré ahí, agua y aire / Por sobre el agua fría, el demonio lo rodea todo”.

El cut up trágico de sensaciones es la especialidad de Marshall, al igual que la sinceridad tajante, el corte en la vena. Esas son las cosas que hacen este debut tan querible; nos muestra que más allá de los efectismos “el brillo que tiene es lo humano que le queda”, por ponerlo en palabras de Taller Dejao. Tras unos cuatro discos, Cat Power no ha podido superar la honestidad de sus principios. Sus nuevas canciones, aunque escuchables y radiales, poco tienen con la verdadera garra de esta temible ‘gatita’ (díselo y te morderá). Y Chan se pronuncia como Shawn, no como Jackie Chan.
Ya sabes, sé cortés y tal vez te embarque en sus alucinadas experiencias.