La sociedad entre Christian Fennesz y Jim O’Rourke ya había dado buenos frutos para los amantes de la electrónica experimental, como bien atestigua la serie de discos editados desde 1999 bajo el alias Fenn O’Berg junto al inglés Peter Rehberg (aka Pita), mandamás del sello Editions Mego.

Reducidos ahora a dúo, Fennesz y O’Rourke nos presentan una nueva excursión por terrenos abstractos: grabado en estudios de Tokio, Kobe y Kyoto durante septiembre de 2015, It’s hard for me to say I’m sorry incluye dos extensos temas instrumentales en donde los músicos contrastan sus métodos creativos para lograr un todo que es definitivamente más que la suma de sus partes.

En un constante contrapunto entre lo etéreo y lo conciso, las composiciones del disco tienen la gracia de lograr una evolución pausada y constante. Tanto en la más ambiental “I just want you to stay” como en la abrasiva “Wouldn’t wanna swept away”, los músicos nos hacen pasar por distintas fases en donde los glitches y las guitarras distorsionadas/procesadas (herencia de My Bloody Valentine) chocan y se complementan con las texturas y sonidos de pedal steel para dar forma a una placa que no se queda sólo en la experimentación caprichosa: dDan ganas de volver a escucharla una y otra vez para descubrir nuevos matices, disfrutar su extraño sentido del humor —esas referencias a las melosas canciones de la banda Chicago en todos los títulos— y refugiarse en la calidez que desprende cada vez que apretamos el botón play. Sí, este disco es cualquier cosa menos un esfuerzo estéril. En estos tiempos, más que nunca, hacer música que prescinde del efectismo inmediato en favor de experiencias sin fecha de vencimiento es toda una declaración de principios que no se debe pasar por alto. Consíguelo, ponte los audífonos y déjate llevar.