Cuando Johnny Jewel se mudó de Texas a Portland no lo hizo pensando en que un día su nuevo hogar terminaría siendo asociado al hipsterismo y freakedad visibles de forma magistral en Portlandia (la serie de Fred Armisen y Carrie Brownstein).

Probablemente el que Portland sea el “playground de los hipsters”, como así lo considera Jewel, haya sido el detonador para que Chromatics creara uno de los discos más destacados de lo que va del año.

Y es que Adam Miller, Johnny Jewel y Ruth Radelte, tenían que hacer frente a la expectación dejada por su antecesor Night drive, que llegó incluso a servir de inspiración al director Nicolas Winding Refn.

Perfeccionismos aparte, el cuarto disco de Chromatics tiene un (quizás) desafortunado trasfondo que se inicia en el 2010, cuando Winding Refn y Ryan Gosling escuchaban Night drive mientras buscaban locaciones para su próxima película. Refn, quien ya había usado un tema de Glass Candy en Bronson (2009) volvió a reclutar a Jewel esta vez asignándole la composición de la banda sonora de Drive.

Aislado por completo y enfocado de lleno al proyecto, el desafío terminó siendo mayor de lo imaginado con la magnificación de una película que los grandes estudios previeron de culto y que necesitaba a un compositor de peso como Cliff Martínez.

Afuera del proyecto y con la limitación de apenas una colaboración para la película, Jewel, Miller y Radelte, absolutamente inspirados e inmersos dentro de la narrativa de James Sallis, es decir, en un contexto noir-soft-sensual y “tarantinamente” violento, siguieron adelante con lo que terminó siendo Kill for love, el disco más ambicioso hasta el momento de Chromatics.

Porque no sólo son más de 80 minutos (que puedes escuchar en un sólo track más arriba) repartidos entre 17 canciones -quedando otras 19 afuera- sino que funcionan dentro de un engranaje detallista y extremo que hacen girar la enorme rueda creativa de un disco que por suerte no tardó los cinco años de Night drive.

“Into the black”, canción que abre el disco, es literalmente la más significativa para Chromatics. La versión de “Hey hey, my my (Into the black)” de Neil Young, de quien Johnny y Ruth son declarados fans, se mantuvo guardada entre las joyas más preciadas de Jewel por más de tres años y fue la primer composición después del boom de Night drive, en un estilo mucho más naif y menos rockero que el original.

Entre sintetizadores y atmósferas dream pop, la voz de Ruth Radelet es otro componente importante a destacar. Con mayor protagonismo que en discos anteriores, “The page”, “Lady”, “Candy, “Birds of paradise” y “The river” (de las canciones más hermosas del disco) son muestras de que su inseguridad vocal ya forma parte del pasado. Otras como “Broken mirrors” y “There´s a light out on the horizon”, están entre las más experimentales del disco y, de inevitable relación a alguna escena de misterio, sexo o violencia de Drive.

En suma, Kill for love es un disco conceptual, intrigante y de extrema elegancia que fluctúa en perfecta armonía por un melange entre el dream pop, Sergio Leone, el ambient, Brian DePalma, la electrónica y el infaltable italo disco.