Counting Crows – Saturday Nights & Sunday Mornings (Geffen) Enrique Moragaabril 15, 2008Discos5 comentarios Counting Crows ha vuelto con otro disco enorme. Saturday Nights & Sunday Mornings electrifica un discurso que no ha bajado la guardia en más de quince años y nos devuelve a una banda que poco tiene de conforme y que encuentra en los pedales y en la siempre expresiva voz de Adam Duritz nuevas formas para recrear un universo propio y alucinante a partir de influencias americanas clásicas como Dylan, R.E.M. o The Band. Rock, pop, folk y funk se abrazan en un trabajo íntegro y ejemplar. Música de estadio que muestra los dientes. Saturday Nights & Sunday Mornings, como indica su nombre, se divide en dos partes asistidas por distintos productores (Gil Norton y Brian Deck, respectivamente). Las canciones de Saturday Nights son inmediatas; rock para multinacionales, radial y lleno de carisma, pero que muestra en cada una de sus seis canciones las entrañas y se revela, de esta forma, crudo en su interior. Allí brillan cortes desesperados como “Insignificant???, la magnífica “Cowboys??? o el impetuoso comienzo con “1492???, sencillo y robusto como el disco entero, nada tiene de impostado. Sunday Mornings no baja la intensidad y, aunque guarda temas acústicos y suena más pausado, sigue entregando la misma elegancia compositiva y una coherencia perfecta con su primera parte. “Washington Square???, la Dylaniana “On almost any sunday morning??? o el claroscuro de “On a tuesday in Amsterdam long ago??? dan fe de lo que escribo y los cuatro y medio minutos que cierran el disco con “Come around??? parecen el epílogo perfecto para unificar un trabajo que no hace más que reflejar toda una carrera. Al escuchar este disco, es difícil no pensarlo como desembocadura de todo el resto de su discografía, porque Saturday Nights & Sunday Mornings, al contrario de sus antecesores, responde más de lo que pregunta y es mucho más que lo que parece. Esta nueva parada no reinventa nada, pero mejora. Se eleva y se distorsiona, nunca deja de crecer. Más de una hora de rock americano con todas sus letras, ejecutado, curtido y servido desde el corazón.