Pretensión. La palabra más temida y manoseada para referirse peyorativamente al llamado pop chileno. Sin embargo, más que un aspecto negativo de éste, el término es parte de la esencia misma de sus distintos artistas. ¿No ha estado presente siempre en Javiera Mena que su ideal de canción pop transita entre su gusto por el ítalo disco y los Pet Shop Boys? ¿no ha referenciado Alex Andwandter, de manera explícita y en más de una ocasión, a Roxy Music, el house noventero y Prince? ¿no ha sido siempre el foco de Astro desarrollar una psicodelia apolítica y hedonista a partir la música progresiva? En ese sentido, el pop chileno no pretende otra cosa más que llegar una “meta” sonora, lírica e interpretativa.

En el caso de Dënver, sus ambiciones musicales nunca han estado ocultas: en más de una ocasión, Montenegro y Mahan han declarado su fascinación por el sonido de ABBA; el espíritu pop de Burt Bacharach y Phil Spector; y la manera en que el pop (en) español construye un imaginario complejo para el desarrollo lírico. Basta con leer cualquier entrevista al dúo, para darse cuenta que estos tres ejes siempre han estado presentes en su discografía, influenciando todo lo que en ella se plantea. Por eso – y por lo que Montenegro y Mahan habían dejado entrever desde la edición de Música, gramática, gimnasia (Cazador, 2010) – es que existía una cierta inquietud por la aparición de Fuera de campo, el trabajo que los trae de vuelta este año.

En Fuera de campo, todo se encuentra plagado de arreglos orquestales, en los que el dúo toma al pié de la letras las enseñanzas de Spector y su wall of sound, llenando todos los espacios de manera ampulosa y algo agobiante. Esto sucede especialmente en los temas más ágiles del disco en donde pareciera que, por temor al silencio, existe una necesidad imperiosa por alargar los desenlaces de cada canción. Sean las ruidosas capas bronces y guitarras al final de “El árbol magnético ataca por sorpresa” o el extendido delay en las voces al cierre de “Torneo local”, la forma en que son resueltas estas canciones parecen menguar el ánimo festivo de ellas. Incluso, los aires disco de “Tu peor rival” o “Revista de gimnasia”, tropiezan ante este uso (y abuso) de instrumentación.

Sin embargo, en los momentos más reflexivos del disco, todo parece encajar a la perfección: hay envoltorios musicales más cuidados, que le dan la solemnidad necesaria a estos temas. Ahí se encuentran “Las fuerzas”, en donde todos esos delicados arreglos de cuerdas, evocan los mejores momentos de la balada pop de los 70s; o “Medio mal”, con esos aires de radio AM, en donde se perfila un profundo conocimiento de la música popular melodramática, con Jeanette, Albano y Romina Power o Ana Gabriel, como principales puntos de referencia. No es de extrañar que sea en estos temas – más pausados, quietos e introspectivos – donde también se encuentren los momentos más lúcidos en términos líricos de todo el disco. Si la muy shoegaze “Concentración de campos”, brilla tanto por la participación de Cristóbal Briceño (Ases Falsos) como por ese conmovedor relato de desilusión amorosa; la etérea “Medio loca (hasta el bikini me estorba)” dibuja de manera graciosa y melancólica por partes iguales, los constantes cambios de ánimo femeninos. Pero es “Mejor más allá” la cumbre de todo el disco.

Destilando lo mejor del imaginario que Dënver han venido desarrollando desde su formación, “Mejor más allá” trae a su San Felipe natal al ruedo, dando cita para que la religión (‘aunque muy fuerte reces/nunca aprietes los dientes’), la ambigüedad sexual (‘el colegio de hombres/junto a todos sus hombres’) y la crueldad humana (‘y si se escuchan tus gritos/en el ahora centro comercial’), conformen una estremecedora parábola basada en los hechos que envolvieron la muerte del conscripto Pedro Soto Tapia (ver).

Dënver han entregado un disco que, aunque no opaca los los méritos de Música, gramática, gimnasia, logra instalar la duda sobre las capacidades del grupo para armar un trabajo que se sostenga más allá de la media hora, sin recurrir a canciones de relleno. Si MGG destacaba por su búsqueda de nuevas formas de hacer pop en Chile, Fuera de campo se sostiene por ser, sí, un álbum más pretencioso, pero no por eso menos propio o personal. Mientras el dúo continúe proyectando sus inquietudes hacia el futuro, dándole mayor cohesión al fondo de sus ideas musicales y no tanto a la forma, no cabe duda que se les podrán adjudicar mayores virtudes. Por el momento, Fuera de campo no es, tanto un tropiezo en su carrera, como sí una advertencia a lo que pudiese venir más adelante.