Dan Bejar, en sus 15 años de carrera, está entrando quitado de bulla en la categoría de cantautor de cabecera. Su trayectoria lo ha vuelto una figura idiosincrásica al margen de las caricaturas, plantándose claro en sus mañas y referencias estéticas, tan reconocible en su timbre de voz cascado y su estilo algo gruñón y tan sobresaliente, en su aire de extravío de amanecida.

Destroyer debe ser unos de los proyectos más interesantes que se consolidaron en los ‘00 y que hoy tiene a Bejar –el mismo que firmaba las mejores canciones de The New Pornographers- como el artista a los que algunos acudirán sin vacilación en borracheras o en momentos de iluminación. Dan Bejar se está volviendo ese tipo de cantautor y Kaputt inevitablemente lo deja más cerca.

Bejar, en toda su trayectoria, ha mostrado una habilidad única para mezclar dos acercamientos, que combinados podrían ser una receta para el desastre: una actitud in your face acompañada de una poética propia, con una aproximación modulada a la actitud larger than life del pop-rock mejor logrado de los ‘70 (Bowie, T. Rex o hasta algo de Todd Rundgren). Pero cercano a los 40 años, y siendo Kaputt su noveno disco, el músico parece haberse decidido a avanzar esta vez hasta los ‘80.

En su versión -helada con sintetizadores precisos, que incluye saxofones sin ninguna vergüenza y poderosas voces de apoyo femeninas- crea una atmósfera de blue-eyed soul sugerente y fantasmagórico. Desde la pauta marcada por Destroyer’s Rubies (Merge, 2006), todo en Kaputt parece más sopesado, menos producto de un exabrupto o una curiosa elección estética, y más una apuesta musical a largo plazo.

Temas como “Kaputt”, ejemplo perfecto de la factura de este canadiense que es capaz de combinar letras agudísimas con ecos flanger, capaces de evocar esa sensación adormilada de algo valioso que se ha olvidado (“Wasting your days/Chasing some girls all right/Chasing cocaine through the back rooms of the world all night/Sounds, Smash Hits, Melody Maker N.M.E/ All sound like a dream to me”) dejan en claro cuán lejos ha llegado Bejar en su visión.

También ha modulado sus protestas, la extrañamente apocalíptica “Song for America” (Winter, spring, summer and fall/ Animals crawl, towards death’s embrace) es un buen ejemplo de cómo mantener efectividad sin ponerse panfletario y en la estupenda “Downtown”, la voz de la jazzera Sibel Thrasher, reluce en una canción pop barroca con su acumulación de elementos ochenteros, pero perfecta en su aire de paseo.

Porque Bejar, en su Kaputt, aparece como un artista aventajado, que ha sido capaz de entroncar su ímpetu y su ambivalente persona en un disco de pop de elegante factura. Una estelar primera escucha para quienes no lo conozcan.

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