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Era de esperar que la avanzada neo-folk (por ponerle una etiqueta acaso innecesaria al fenómeno de la nueva camada de artistas que cantan sin más acompañamiento que su fiel guitarra) continuara su expansión hasta llegar al cono sur americano. Más aún teniendo en cuenta que Argentina cuenta con una muy rica tradición folklórica, que incluye a emblemas tradicionales como Atahualpa Yupanqui, pasando por el hippismo setentista de Arco Iris, hasta llegar a los primeros años de este siglo, en el que ha surgido (y crecido sostenidamente) una nueva generación de songwriters cultores de la depuración estética. Sin solos interminables y aburridos, sin orquestaciones pomposas ni arreglos super-complejos. Sencillamente voz y guitarra, al desnudo. Entre los más destacados podemos mencionar a Coiffeur (a esta altura consagrado como el principal representante de ésta escena), Aldo Benitez, Félix y los Huracanes… y Juan Román Diosque.

¿Quién es Diosque? Diosque es un músico nacido en Tucumán que -según su propia descripción- “compone a partir de la adversidad tanto sonora como de géneros”. Al contrario de varios artistas de la caballería folk, no reniega de la tecnología ni le teme a la laptop, nutriendo su obra de multitud de samplers, que acompañan a la infaltable guitarra acústica. Hasta el momento, su producción discográfica comprende dos álbumes (“Sonidos Roto” y “El Arte Descomponer”) que no han sido editados oficialmente, pero que se consiguen en formato virtual, y su más reciente obra, la que que nos ocupa en esta ocasión, un disco que -dice- hizo “casi sin darse cuenta”.

Producido por Daniel Melero (en cuya banda Juan Román toca la batería y la guitarra), “I Can Ción” funciona perfectamente como carta de presentación del tucumano, ya que pone de manifiesto la forma lúdica e inquieta en que encara sus composiciones. Diecisiete temas inusitadamente cortos (prácticamente cuando ya te enganchaste con uno, te encontrás con que termina para dar paso al próximo), que se van alternando entre instrumentales y cantados. En los instrumentales, da rienda suelta al juego y la experimentación, pero gana sin dudas en aquellos en que despliega su lírica de surrealismo cotidiano, rica en juegos de palabras y oximorones: con su voz nasal evoca al mismo tiempo pequeñas situaciones de todos los días (“Estreno zapatillas por la tarde/Cruzo la avenida sin mirar…”, en Hay Canción’) a la vez que sinsentidos extravagantes (“Me transformo en una pelota roja/Que le gusta el campo/Mi cuerpo está a disposición del viento…”, en Pelota Roja’).

Diosque escapa de todo convencionalismo para entregar un disco amorfo y bellísimo, que celebra la sencillez y la irregularidad.

La perfecta síntesis de la antítesis.

MySpace de Diosque

Video de “Federico García Calor” en vivo