A fines del 2010 y en medio de los recuentos, Losing sleep (Heavenly Records, 2010)  de Edwyn Collins salió entre los 10 favoritos en la revista Mojo. “¿Por qué crees que tu álbum es de los favoritos del año?” le preguntaron. “Porque tuve un accidente cardiovascular, jajaja”. La mayoría de esas canciones fueron compuestas antes, pero Collins tuvo que aprender a cantarlas de nuevo.

En agosto de ese año lanzó el álbum en el 100 club  de Londres ante un público reducido. Era difícil no terminar en lágrimas con “Home again”  o “I’m Searching for the truth”. Claro, también aportó algo de la leyenda con viejas canciones de Orange Juice, como “Blue boy”.

Con la alta calidad de ese concierto, su energía inagotable, la intimidad que fue capaz de crear ahí, y la voz que apenas cambió desde los años 80; la gira que lo llevó por todo Reino Unido, vimos que Edwyn Collins ya había superado todo el episodio de su enfermedad con creces y que se podía escuchar sin tener presente todo el tiempo que tuvo un gran derrame.

Casi tres años más tarde llega con Understated (Analogue Enhanced Digital), lanzado el pasado 25 de marzo. El título significa “subestimado” y representa fielmente la historia de su vida artística. Pero bastaba nombrar el álbum de esa forma para romper con ese injusto adjetivo y pasar desde las sombras a la más completa luz.  “See you in the charts!” suele decir Edwyn Collins cuando termina un disco puede que esta vez llegue a ellos.

Collins no componía un disco tan enlazado, completo, y encantador desde You can’t hide your love forever (Polydor, 1982). En una de las canciones, de hecho, hace un homenaje a esa época  y a su carrera.  Es “31 years”: “31 years of rock and roll, so long ago, it’s seems so real”.

El soul que hacía por esos días, vuelve a brotar de manera más lúcida que nunca con esas segundas voces y el beat tan característico de ese estilo. “Back to life, back to hope”, canta en “That’s too bad, (so sad)” y se transforma en una de esas canciones que elevan el espíritu. Lo mismo con “Down the line”, donde Edwyn Collins se vuelca a un country introspectivo en el que muestra su culpa frente a su frustrante enfermedad. La letra habla por sí sola: “I feel the pain pushing me, pushing you. Don’t need a gun to shut your down, just understand I lost some ground/ I’m down the line”.

Como si no fuera suficiente, su transparencia nos regala un gospel en el que agradece estar vivo: “It’s Sunday, it’s a good, good feeling, and I’m lazy, I’m contented/ (…) I’m so happy to be alive/ I feel alive, I feel reborn”.

Nosotros también le agradecemos y lo esperamos en los charts.

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