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Grata sorpresa resultó conocer esta banda inglesa, más aún considerando que May Your Heart Be The Map es ya su cuarto álbum, si consideramos el compilado de demos, lados b y descartes Slides (2004), más los dos oficiales Reckless Engineers (2002) y Against The Pull Of Autumn (2004). Formados a mediados de los noventa en Staffordshire por tres compañeros de colegio, interesados en la escena musical de Chicago y Glasgow, Epic 45 comenzaron a grabar sus primeros temas para hacer la consabida iniciación con la edición de 7???s, splits EPs y, más tarde, editar su primer disco con dos integrantes más en sus filas. Esto les valió, entre otras cosas, aparecer en los programas del malogrado John Peel. Un debut casi instrumental marcado por la influencia de Hood, Labradford o los Talk Talk más experimentales. Ya en su segunda entrega incorporan más voces, llegando incluso a invitar a Anthony Harding de July Skies, lo que les permite lograr una cohesión orgánica entre sonido y discurso. Se les ha descrito como una banda con muestras de algunos estilos específicos, como lo son el post rock, el dreampop, el shoegaze y el ambient.

Hoy en día, por vaivenes del destino, sólo son un dúo compuesto por Ben Holton (guitarra y teclados) y Rob Glover (guitarra y bajo), y en este nuevo trabajo la idea imperante es la reconstrucción de la vida después de una catástrofe, así como también lo que representa la niñez, lo vacuo de la modernidad y la necesidad de un mundo mejor. Tópicos que encajan en su propuesta bucólica e intimista, que esta vez difiere de su anterior Ep Drakelow (8 temas experimentales sin voces). ‘May your heart be the map’ incorpora nuevamente las vocalizaciones -se repite el plato el colaborador Anthony Harding en ‘We left our homes for winter’- y retoma el cruce entre lo digital y análogo con muy buenos resultados. Un ambiente etéreo inunda su música, con detalles en las cuerdas y en la creación de sonidos con sintetizadores, lo que reporta un halo de dulzura y pasividad baja revoluciones. Ideal para cuando, exhausto tras una larga jornada, te diriges de vuelta a casa y la mirada se pierde tras el vidrio del móvil, viendo cómo la ciudad se guarda en la noche. Desarrollo de pasajes sonoros profundos a veces, luminosos en otros, con la capacidad de hacernos cambiar de estado por el simple hecho de ponerles atención y darse el tiempo de asimilar. Sin ser musicalmente un disco sobresaliente, el espíritu de su concepción redencionista se hace notar y se agradece que se traspase, por medio de la música, esa inquietud de un grupo de artistas a cientos o miles de oyentes como nosotros que estemos en similar sintonía. Hay positivismo y pureza en esto.

La nómina de temas hace mención a títulos que tienen que ver con elementos de la naturaleza, a las estaciones y fenómenos, lo que da a suponer esa conexión o reencuentro con lo sencillo y bello de la creación. Sólo un ejemplo: ’Winterbirds’ es de un preciosismo conmovedor. Tal vez aquella reconstrucción de la que se agarran vaya ligada al hecho de poner más atención en estas cosas y sacar lecciones como los monjes del oriente. Tu corazón puede ser el mapa hacia un futuro más feliz.