Suena como Arcade Fire. Tiene arreglos como Arcade Fire. Simon Balthazar hasta canta parecido a Win Butler. Pero no es Arcade Fire.

El que el autoeditado Reservoir tenga similitudes rayanas en el plagio a los canadienses y que, con cierta vocación de felino silvestre, imite percusiones a los ya olvidados Claps Your Hands Say Yeah no quiere decir necesariamente que sea un mal disco. No va a ser esta la primera banda que se arrime a un buen árbol para hacer una resignificación creativa de una obra anterior.

El problema con Fanfarlo no es musical. Los arreglos de cuerda y viento son cuidados, tiene momentos logrados como los estribillos de las hermosas “Comet” o “The Walls are coming down” e, incluso, la voz del sueco Balthazar es muy agradable al oído. El problema tiene que ver con el concepto. Es que la sensación final es similar a la que se experimenta luego de ver un desabrido remake hollywoodense que, a pesar de tener elenco estelar y un director con un par de nominaciones al Oscar, no logra conmover al espectador, que termina con las cabritas a medio comer gracias al sabor a plástico de la apuesta estética.

Dicen que Bowie los tocó con la varita mágica. Según el duque blanco, vamos a escuchar mucho más de Fanfarlo en el próximo tiempo, lo que sería buena idea. De pronto, uno se imagina que la varita mágica de Fanfarlo debe ser la misma con la que Bowie tocó a Placebo en su momento.

Fanfarlo es una buena banda, que no se mal interprete. Así como aquellas bandas tributo que se ganan la vida de los harapos de apuestas otrora interesantes, suena bien, pero queda al debe para un paladar que haya superado la adolescencia y la muerte del padre.

MP3: Fanfarlo – “I’m a pilot”

VIDEO: Fanfarlo – “Harold T. Wilkins”

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