En cada uno de sus discos Fernando Milagros se supera a sí mismo. Vacaciones en el patio de mi casa (2007) era pausado, casi totalmente acústico y personal. Luego con el segundo, Por su atención, gracias (2009), logró -valga la redundancia- una mayor atención del público chileno e internacional. Su proceso de maduración en un principio parece simple: pasó de cantar sentado, a pararse sobre el escenario acompañado de una banda. Así consiguió hacer que la atmósfera se transformara en una muralla de sonido en el estudio y en vivo.

Milagros se puso en el ojo del huracán. Protagonizó uno de los take away shows de Vincent Moon en Valparaíso y comenzó a tocar junto a Christina Rosenvinge. A principios de este año participó en el festival SXSW (South by Southwest), que funciona de vitrina para música y cine independiente, hasta convertirse en una estrella indie consolidada compartiendo con Pedropiedra, Gepe y los Perrosky en México.

A medida que todo eso iba pasando, Fernando Milagros fue delineando su carácter íntimo y reflexivo, que llegó a su punto más alto con San Sebastián. Aquí el cantante adquirió la personalidad de una banda y la plasmó en él mismo, reafirmando su voz como músico.

El disco carece de canciones con el enganche pop de sus antiguas “Reina japonesa” o “Avenida Perú”. Sin embargo, tiene dos tipos de tendencias musicales en las que se aleja cada vez más del folk anglo para, digámoslo en castellano, acercarse al folclore latinoamericano, con referentes como Violeta Parra o Atahualpa Yupanqui.

En esta línea encontramos “Abuelo”, una canción de tradición americana en la que Milagros se acompaña sólo con percusiones. Luego vienen “Una sola vuelta” y “Angelito” (en la que toca ukelele). Todas ellas gozan de una precariedad y ecos campesinos fascinantes. Las otras son las que tienen que ver con el rock y el pop. “Carnaval”, por ejemplo, es una melodía exquisita que hace a dúo con Christina Rosenvinge y es el primer sencillo del disco.

También encontramos la sobrecogedora “Al interior”, además de “Rey mayor” y “Canción de otro tiempo”, que siguen la línea más viajera y atmosférica que heredó de su segunda placa. Estas dos áreas musicales de Milagros conjugan perfectamente en la encantadora y anhelante “Nahual”.

Aunque ya esté clara su estampa de cantautor, en sus letras aún parece viajando y tratando de alcanzar cosas y personas que ya no están. Lo único que queda es la pena y el recuerdo, aún así Fernando Milagros sigue en su constante búsqueda.