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Owen Pallett (Toronto, Canadá), tras el seudónimo fantástico de Final Fantasy, suelta las amarras de su debut Has a Good Home (Blocks, 2005) y levanta una saga de aventuras sin tregua en He poos clouds. Sin duda, esta pequeña obra de arte lo consagra como compositor de valer, sin añadir su pasado en Picastro o Hidden Cameras. Cada paso ha sido bordado con delicadeza, logrando que sus auditores asuman un rol en su mundo en expansión, donde las matemáticas trazan leyes plásticas para el movimiento orquestado.

De la estirpe solitaria y perfeccionista a que pertenecen Brian Wilson o aprendices desaforados de orquesta como Patrick Wolf, de esos que silban ingenuos por la vereda, pero tejen sinfonías en sus cabezas, Owen Pallett es un privilegiado. No muchos pueden darse el gusto de dirigir y componer para cuarteto de cuerdas de piano y clavicordio –el St Kitts Strings Quartet – para dar realidad a sueños muy personales. Y sumando percusiones de espíritu libre, con búsqueda de matices y pequeños sonidos (‘Song song song’), estamos ante una obra vigorosa, de mano segura y de gran soltura en la combinación de instrumentos clásicos con líricas emotivas.

Pallet salta desde la invisibilidad (el susurro) hasta la exhortación desgarrada (el grito histérico). En su mezcla de saga mitológica con vivencias personales, usa las figuras de batalla como metáforas propias de un espíritu frágil que sortea acantilados, pero también como materia pura de su imaginario estético. ‘Artic circle’ marca el territorio con ráfagas entrecortadas de violines, con Pallett probando el escenario tímidamente, reiterando palabras –un leit motiv suyo- como si se deslizasen irresistiblemente desde sus pensamientos, elevando a ratos la voz y asomando aguerrido en inusitados puntos dramáticos, con acompañamiento vigoroso de cuerdas, en un gesto trovadoresco que se repetirá en el resto de las composiciones. ‘He poos clouds’, que recuerda acertadamente a ‘All the lonely people’ –pues de eso se trata: obras sinfónicas en formato pop- narra un escurridizo romance homosexual como una típica historia de héroe y princesa cautiva, arrancando facetas de oscurantismo bajo los canones de belleza dictados, claramente, por Scott Walker. Con esas dos primeras canciones, Owen Pallett ya ha ganado a su público; ‘This lamb sell condos’ lo encadena, con una canción encantadora, de lleno en la narración de historias con significados relativos a Dungeons & Dragons, Legend of Zelda y las Crónicas de Narnia, orquestación de rag-time y coros angelicales muy naturales para quien firmase arreglos en el Funeral de Arcade Fire.

Más allá de ese aire de niño nerd que no le falta el genio, hay vertientes de un influjo siniestro que explican las ambiciones orquestadas de Pallett, que no tienen nada que envidiar a soundtracks de misterio y terror como los de Phillip Glass; desde la siniestra ‘If i were a carp’ se va confirmando el por qué de los arranques orquestados, herramienta de peso para acentuar motivos dramáticos. Hay pinceladas de farsa y melodrama, y también de suites más bucólicas, pero la sensación de caminar en penumbras es una constante. Un disco hermoso y sencillo como pocos.