Aparecido el 25 de septiembre de 1979.

Por JP Bastidas.

En 1979 muchos grupos punk ingleses descubrieron que la gran estafa de Johnny Rotten podía ser un medio efectivo para vender y transformarse en una de esas estrellas a las cuales se escupía. Nada mejor que aprovechar la exposición mediática que otorgaba el sistema cuando se chocaba de frente. Pero el mismo Rotten, entre lágrimas, reconocería después en el maravilloso documental película The filth and the fury que esta política de impacto por dinero fue sólo un vil negocio más de Malcom McLaren con su conocida historia de frustraciones y héroes muertos en el camino. Es decir, negocio v/s entretención; dinero v/s coherencia.

Pero hubo bandas que continuaron la búsqueda de nuevas sonoridades, como los mismos PIL, de Rotten, los eternos The Fall o quienes nos interesan. Los Gang of Four miraron más allá del Atlántico, en busca de influencias musicales como el funk, el reagge y la música disco, sin perder de vista la pista de baile como escenario válido para expresar su disconformidad hacia una sociedad consumista.

Entertainment! (1979) fue el disco de dance punk político con que debutaron estos cuatros chicos de Leeds y que aún suena tan frío y contundente como en esa época. Un disco de culto para toda la posterior escena punk americana; disco de cabecera para personajes como Ian MacKaye (Fugazi), Steve Albini (Big Black, Shellac), Brian McMaham (Slint) y revisitado hasta la saciedad por Radio 4, The Faint, Franz Ferdinand, The Bloc Party y un largo etcétera de combos bailables neoyorkinos e ingleses.

Las guitarras de Andy Gill parecían navajas afiladas lanzando cortes a destajo sobre las palabras de Jon King; el bajo de Dave Allen sonaba poderoso (des)acompañando la maquinaria rítmica de Hugo Burnham y sus compases marciales. Un sonido complejo para un disco que en su época debe haber causado perplejidad; desde su portada, en la que aparece una curiosa explicación de cómo la sociedad de consumo acaba por vacunar y engullir a cualquier mente ingenua, en este caso representada por los indígenas americanos.

El disco abre los fuegos con ‘Ether’ y sus latigazos sonoros a cargo de Gill; debajo de ellos, King gritando contenidamente frases como “Ruido blanco en los cuartos blancos”, en lo que podría ser un anticipo del noise pop futuro. Eran dosis de estertor punk en raciones precisas, como las de ‘I found that essence rare’ o ‘Natural’s not in it’, que nos hablan de un inconformismo patente, la desilusión de no poder acceder a los bienes que otorga esta sociedad. Ellos apuntan sus dardos a la narración directa y fría de los hechos, sin espacio para la vocalización o las melodías y sin la vehemencia de unos Sex Pistols o unos Clash.

Pero la pista de baile siempre estuvo en la mira de un disco que en su título invita a la entretención. Como ‘Not great men’ o ‘Damage goods’, donde los ritmos en 4/4 son invertidos con habilidad milimétrica, dejando algunos vacíos sonoros intencionales, lo que se transformaría en otro de los sellos sonoros de este cuarteto de Leeds.

Y como estamos hablando de clásicos, ahí está ‘At home’s a tourist’, con sus vehementes rasgueos de guitarra y su poderosa línea de bajo, que podrían sonar agobiantes para un oyente normal si no fuera por un pulso de batería que se mantiene firme durante la narración de John King. Una canción señera del, por llamarlo de algún modo, disco punk futuro.

Un disco esencial por su sonido angustiante y donde se captó con maestría la desazón de estos cuatro adolescentes ingleses con ganas de entretenerse a costa de una enfermiza sociedad de consumo.

*Todas las semanas revisamos un clásico contemporáneo. Algo para hacer memoria reciente.