Goldfrapp siempre ha sido un dúo que fluctúa entre dos polos: lo íntimo, etéreo, casi cinemático y la electrónica más bailable, pulsante, pop. Tres años después de Head first (2010), aquél disco hermano de Supernature (2006), aparece ahora Tales of us (2013), una nueva versión de Goldfrapp, esta vez con un pie en su gran debut Felt mountain (2000) y otro en el “cocteautwinesco” Seventh tree (2008).

Esta dicotomía puede parecer antojadiza en primera instancia, pero la realidad es que son muchas las influencias que recoge el sonido del dúo. La carrera de Will Gregory antes de conocer a Alison es extensa, habiendo participado como músico de sesión, por ejemplo, aportando el saxofón en la canción “The working hour”, del clásico segundo disco de Tears For Fears Songs from the big chair (1985), el oboe en “China” del debut de Tori Amos Little earthquakes (1992) y saxofón en el autocomplaciente disco Wild mood swings (1996) de The Cure.

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Y es que Tales of us no aparece de la nada. En la maníaco-depresiva carrera de Goldfrapp, los dos referentes más claros de su nuevo sonido, están, por un lado, en las dos canciones estrenadas en la recopilación The singles (2012): “Yellow halo” (inspirada según Alison por la muerte de su madre) y “Melancholy sky” y, por otro lado, en la banda sonora que compusieron para la película Nowhere boy (2009) (sobre los días de juventud de John Lennon pre-The Beatles).

Esta última referencia es clave. Todos los títulos de las canciones de Tales of us son nombres de personas, excepto “Stranger”, que hace alusión a un individuo cuyo nombre no se conoce. Son bandas sonoras para pequeñas películas no existentes. Es algo que ya se intuía con la escucha del primer single “Drew”. Pero la experiencia de escuchar el disco en secuencia lo deja más claro aún. Desde el comienzo, con los hipnóticos arreglos de contrabajo y piano en “Jo” (candidata a mejor cancion del disco) nos queda claro que este disco no es Head first parte 2 ni menos Supernature. La misma intensidad que se percibía latiendo al comienzo de Seventh tree con “Clowns”, está presente aquí nuevamente. Una canción tras otra, los nombres se suceden y van apareciendo en el camino nuevos timbres, capas, sonidos que atrapan. “Annabel” captura con su minimalismo, acompañada casi exclusivamente por guitarras acústicas. La excelente ”Alvar”, con sus guitarras herederas de Cocteau Twins cosecha Milk & kisses (1996), es otro de los puntos altos.

“Thea” (la segunda mejor canción del disco), es el tema más upbeat del álbum. Con su percusión pulsante y saturada recuerda por momentos la atmósfera de temas de Black cherry (2003) como “Deep honey” o “Hairy trees”. Por momentos, aparece también el fantasma del inolvidable Felt mountain en las cuerdas de “Drew”,  y en los silbidos en “Stranger” (la tercera mejor canción del disco). “Laurel” por su parte, sorprende con una interpretación de Allison en un registro mucho más bajo de lo que nos tiene acostumbrados.

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Podríamos decir que Tales of us es el disco más homogéneo de toda la carrera de Goldfrapp. Incluso en sus trabajos más ligados al dance, como Black cherry, Supernature y Head first, siempre había espacio para un momento de experimentación y calma. Del mismo modo, en los discos más atmosféricos Felt mountain y Seventh tree, también existían momentos explosivos como “Human” o “Caravan girl”. Pero aquí, en Tales of us, todo está unificado. Su portada en blanco y negro no hace más que dejarlo en claro. Sin embargo, la fortaleza de Goldfrapp siempre ha estado en esa bipolaridad a la que nos tiene acostumbrados. Y en mi humilde opinión, la falta de ella es la única falencia de este excelente disco. Recomendado exclusivamente para los viudos de Felt mountain y Seventh tree.