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Afirmar que Gravenhurst es un cuarteto de Bristol, que nos trae su cuarta entrega The Western Lands, es un decir, pues siempre ha sido el medio expresivo de Nick Talbot, cantautor y multi instrumentista, quien comenzó la discografía como un proyecto personal acústico y que luego de cinco años ha derivado actualmente en esta “banda” pop con toques folk.

Haciendo un breve repaso, Gravenhurst toma forma a comienzos de este siglo y debuta con Internal Travels (Silent Age/Red Square, 2002) con un sonido acústico taciturno y un título que daba buena cuenta de lo que significaba el disco. En un afán de renovación con los tiempos, Warp Records se expande hacia nuevos estilos, le llama la atención el trabajo de este espíritu melancólico y lo incorpora a sus filas, donde hasta el día de hoy ha editado todos sus trabajos. Es así como surgen Flashlight Seasons, el EP Black Holes in the Sand (ambos del 2004) muestras de folk con minimalismo electrónico, y posteriormente Fire In Distant Buildings (2005), en donde a lo ya conocido le incorpora más ruido de guitarras, convirtiendo este trabajo en lo más completo que había realizado hasta ese momento, mezclando la psicodelia, lo shoegazing de Ride con la calma de Red House Painters, por citar dos nombres de referencia.

En esta nueva entrega, Gravenhurst continúa en alguna medida con aquello, aunque con menos estridencia, manteniendo el tono nostálgico emotivo de sus composiciones otoñales. Esto da muestra de la buena conjunción de estilos que han alcanzado con el tiempo entre las fases más explosivas y aquellas de serena composición, que a veces alcanzan rasgos hasta fúnebres. Talbot deambula entre el post-rock con cuerdas inundantes de ‘The western lands’ o ‘She dances’, lo noise a lo Sonic Youth de ‘Hollow men’, la liviandad del dream-pop de ‘Hourglass’, ‘Trust’, y la acogedora sonoridad de ‘Saints’, ‘Song among the pines’ (precioso tema) o ‘The collector’. Además la voz de Talbot siempre suena amable y hace recordar a Guy Chadwick de House of Love.

Buenas pistas del camino musical del líder, resulta el hecho de haber participado en el último disco de Piano Magic, Part Monster (2007), y que el único cover que se incluye en su nuevo disco sea un tema de Fairport Convention, ‘Farewell, farewell’ (en versión a lo Slowdive), lo que da cuenta de las influencias del antiguo folk británico. El hombre apunta bien.

La música muchas veces resulta la mejor compañía posible, nada pide, sólo da. Y uno recibe el afecto que comúnmente cuesta expresar en palabras, a través de melodías que consienten estados anímicos particulares. Y con Gravenhurst puedes estar caminando solitario en una nublada mañana, cavilando en tu interior, diluyendo las miserias existenciales y sientes el acogimiento de esta banda que parece sonar en el momento oportuno.