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Aparecido en 1994.

Guided by Voices (GBV) era en 1994 una banda rockera de Ohio que ya había sacado seis discos, tenía una buena base de fans casera y había llegado a los oídos de gente como Kim Deal y Thurston Moore. Un secreto a voces, tal como lo fue Daniel Johnston. Ese año Matador les ofreció un trato de distribución nacional y el resultado fue Bee Thousand. Una opción riesgosa teniendo en cuenta que la banda comandada por el profesor de colegio Bob Pollard ya no era una joven promesa y se presentaban como amateurs borrachos que grababan en condiciones precarias de subterráneo y no eran necesariamente amigos de irse de gira.

Pero algo pasó. Quizá fue la época precisa para los hombres indicados: mediados de los noventas donde la escena independiente estaba consolidándose con exponentes lo-fi como Pavement, que atrajeron masas de gente dispuesta a apostar en el contenido por sobre el soporte y con el respaldo de un sello que iba a ser el referente de la década. Bee Thousand, con su grabación precaria y canciones explosivas de melodías insuperables, dejó a GBV listos para lograrlo.

En apariencia tan fácil, la banda de Pollard lanzó un disco de veinte canciones que recogían influencias tan variopintas como el rock progresivo, post punk británico y hasta cierto eco sesentero psicodélico en sus melodías. Como un pastiche sin recursos, sobresale en Bee Thousand la capacidad incombustible de GBV de crear canciones de dos minutos con unos coros tan retorcidamente efectivos que parecieran la reencarnación de Tin Pan Alley versión pelilarga. Una máquina de singles donde Bob Pollard canta una melodía sobre las líneas de la guitarra de Tobin Sprout que siguen una melodía distinta. Fundidas con la percusión, esa combinación hace que las canciones funcionen en dos o tres niveles. Sean con la base de riffs, rasgueos folks o el bajo gravitando sobre el resto de la banda cual grupo post-punk, las 20 canciones se vuelven poderosamente efectivas en su formato de singles prodigiosos.

¿Acaso los 1:39 minutos de ‘Gold Star For Robot Boy’ no son uno de los momentos altos de los noventas? Saltándose el cuerpo de la canción, entra directo al coro con esos riffs de tarro y se retuerce diciendo que sólo hay una cosa que hacer, sólo una, con esa urgencia de momento trascendental que tiene todo single que se precie de marcar momentos. El mismo énfasis en la voz, la misma potencia que aparecen en ‘Buzzards and Dreadful Crows’, ‘Tractor Rape Chain’ o ‘I Am Scientist’, sencillos estrellas dentro de la ultra prolífica carrera de GBV. Canciones que se hilan con el lirismo críptico de Pollard, lleno de imágenes siderales, paisajes naturales y personajes oscuros, como un pastiche psicodélico que nunca termina de explicarse entre tanto coro de antología y que completan esa atmósfera de rock de trasnoche cervecero.

GBV fue en los noventas la banda de entrada para muchos seguidores de la música independiente. Y por eso Bee Thousand es un disco de iniciación. Con canciones que se graban en la cabeza indelebles, a las que se vuelve con cariño militante una y cien veces buscando esa composición de brillante combustión espontánea.