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Valles y volcanes debe ser el paisaje común que tuvieron en su adolescencia, en la provincia argentina de Neuquen, Ignacio Aguiló (guitarra) y Diego Martínez (bajo), los cerebros tras Hacia dos Veranos. Ya después de escuchar su primer EP denominado, casi como obra de teatro escolar, Fragmentos De Una Noche Somnolienta, es posible percibir que la conexión entre el sitio donde crecieron y la música que han terminado realizando supera el lugar común.

En honor a la verdad, Hacia dos Veranos no se consume con la guitarra y el bajo de Aguiló y Martínez, siendo importante sumar al baterista Andrés Edelstein (ex Voltura) y la bonita aparición de la sonoridad de Julia Bayse en flauta. Todo esto, junto a unos efectos de guitarra que recuerdan sin querer a algunas bandas latinoamericanas de los setenta, redunda en uno de los discos más interesantes del último tiempo en Argentina.

Llama la atención encontrar un nuevo sentido en tres canciones que ya fueron parte del primer EP de la banda y que hoy, casi sin arreglos adicionales, suenan diferente en el contexto de un -qué añejo que suena el concepto- larga duración. Acordes medio lisérgicos, ausencia de lírica y fotografías polaroid nos llevan con fuerza a pensar en un pasado idealizado y difuso. Como unos Yo La Tengo introspectivos y con menos punk, los pasajes oníricos de este disco debut rememoran plazas y calles que ya visitamos en clave Galaxie 500 o los primeros Stereolab.

Es que hacer un disco conceptual a estas alturas para muchos puede parecer excesivo y pretencioso. Hacia Dos Veranos prefiere el riesgo de apostar a un ¿post rock? suave y melancólico donde, repentinamente y como espasmos de lucidez, se dejan llevar por algo más de ruido y suciedad que podría ser una interesante puerta para explorar nuevos caminos y texturas.

En definitiva, un disco para iniciados, que entrega continuamente pistas para acceder a los recovecos musicales de los de Neuquén, a sus siestas y paseos tranquilos, guitarra en mano, por valles cordilleranos. Un disco muy interesante, que sirve para proyectar la experimentación hasta plataformas de sonido con notas que parecien llevarte inmisericordemente en búsqueda de una felicidad. O de algún tipo extraño de felicidad.