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Mathew Herbert no necesita presentación. Nombres como Rockit, Whismountain, Radio Boy, Mr. Vertigo, Trasformer son algunos de sus tantas creaciones con los cuales cruza estilos como el house, el funk, la electrónica y el jazz. Una definición pura. Transgresor, innovador, freak, hombre orquesta o como se le quiera llamar, en donde no escatima esfuerzos para dar a conocer su propuesta política, usando la experimentación total al lado de diversos elementos con los cuales samplear sus nuevos sonidos. Para este inglés, preparar este enmarañado laberinto sonoro es todo un juego de adivinanzas, lo hace escapar de ese típico sonido de la electrónica envasada, en el que muchas veces las perillas están de adorno y el remixado a otros músicos detallan la falta de originalidad que se da en la escena. Para él, cada pieza es una obra de arte que puede expresar por sí sola, una representación de la realidad vista desde un punto bastante particular. Primero un discurso marcado por la ácida crítica social en la que se cruzan temas como el capitalismo, la explotación de las grandes corporaciones, política exterior, que se ve adornada por esta búsqueda inalcanzable de sonidos en distintos rincones, habituales o no, tienen una notable facturación. El resultado de todo esto es su nuevo trabajo Scale, una respuesta a todo lo que le rodea, con una propuesta no fácil de construir pero que suena como una delicada simpleza, asombrando y encantando a la vez, un delirio puro digno sólo de Mr. Herbert.

Para que cada pieza funcione a su debida manera y los resultados sean óptimos, todos deben responder a esa cuota de buena ejecución, naturalidad y destreza que otorgan sus estructuras llenas de inalcanzable pop, soul y jazz, tan minimalista e inteligente, su experimentación llevada a un límite frenético y la pomposidad de una big band como acompañamiento hacen de esta una combinación perfecta. Pero Scale no escapa en fórmulas con anterioridad conocidas; su trabajo anterior Plat Du Jour (Accidental, 2005), crítica a la industria de la alimentación en nuestros días, también cuenta con esa cuota de especiales sonidos provenientes por ejemplo, del gruñir de cerdos, ruido de botellas, golosinas, mordiscos de una manzana entre otros, pero que ahora sus objetivos son otros dando de lleno un golpe hacia la política exterior de su país, Inglaterra bajo la sombra de Estados Unidos y el conflicto de intereses que está detrás de todo esto; lo llevó a explorar sonidos, que van desde aviones de guerra, buques, gasolineras, palos de golf, mensajes telefónicos, que corresponden sólo a algunos de los tantos que ocupó sin agotar en ningún instante. Musicalmente se acerca a Goodbye Swingtime (Accidental, 2003), donde trabajó con músicos de la British Jazz World, efectivo, sobrio de perfecta ejecución con la diferencia que ahora hay un trabajo mucho más depurado de secuencias y composiciones con una veta más investigativa. Nota aparte merece su musa inspiradora Dani Siciliano, quien se mantiene a la altura de las circunstancias en todo momento, con su voz como una brisa suave, cándida y sensual cuando la ocasión lo amerita junto con las de Dave Okumu y Neil Thomas, que descargan una buena cuota de energía en las 11 composiciones de este material.

Scale es el manifiesto del mundo que lo rodea. Un disco político y experimental que se agradece en todo momento, un fiel reflejo del collage de elementos que se pueden incluir en el mundo Herbert, firme como su manifiesto PCCM (Personal Contract for the Composition of Music), que aún con el paso de los años son cumplidas al pie de la letra en cada una de sus obras. ‘Something isn’t right’, ‘The movers and the shakers’, de inmediato rompen el hielo con un jugueteo electro/dance con algo de house, la eufórica y sensual ‘Moving like a train’, lista para la pista de baile, la sinfónica ‘We’re in love’, con la aterciopelada voz de Dani Siciliano en estado de trance hipnótico, la experimental ‘Those feelings’, con ritmos muy depurados al igual que ‘Just Once’, llevando al estado máximo de gracia al inglés, cerrando con la exquisita ‘Wrong’, aunque de corta duración, es cantada por el mismo Herbert y la compañía de un piano de manera magistral encerrando una tertulia musical que parece dejar con ganas de más.

En teoría, este esbozado trabajo de extrema elegancia no hace más que reafirmar a Mathew Herbert como uno de los grandes creadores y generosos músicos de la electrónica, saliendo de su extravagancia con una elegancia e irrefutable calidad, trasformando a Scale en un viaje apasionante al centro del mundo Herbert del cual, aunque es difícil de escapar, nadie prefiere hacerlo.