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El ejercicio de componer bandas sonoras suele brindarles a los músicos una oportunidad única para hacerse a un lado: lo fundamental está en la imagen que sirve de referente; la música asume, gozosa, un rol subordinado. En el caso de Herbert, por su necesidad imperiosa de encerrar un contenido político en todo lo que crea, la tarea debe haber sido un alivio aún más fuerte que en el resto de los mortales. Qué bueno dejar, por un rato, de crear en primerísima persona.

Eso muestra en este Score, la recopilación de la música que ha escrito para películas y un montaje de danza. Claro, en estas composiciones siguió bajo el mandato de su famoso manifiesto PCCOM (Personal Contract for the Composition of Music), que prohíbe el uso de fuentes de sonido secundarias, como baterías electrónicas o sintetizadores que imitan instrumentos reales. Sin embargo, al menos aquí no había discursos antiglobalización o anti Bush; sólo la película y su concepto acotado.

En cuanto a sonido, este disco compila algunos de los estilos que ha revisado Herbert en los últimos años, especialmente su exitosa fusión de big band jazzera con electrónica extraña. Esto le permite acercarse a la influencia de algunos maestros, como Henri Mancini o Ennio Morricone. Basta escuchar el arreglo que realizó para ‘Singing in the rain’, con sus bronces y flautas, y sus beats quebrados.

Son, en su gran mayoría, pequeñas viñetas específicas, acotadas –imaginamos– a realzar un momento específico del film, una imagen evocadora, una escena más o menos epifánica… Canciones de un par de minutos o un poco más, como la nueva versión de ‘Cafe de flore’, uno de sus clásicos como Doctor Rockit en versión completamente acústica; o ‘Nicotine’, con un aire turbio sobre beats; o ‘Closing Theme’, cuya melodía podría acompañar los créditos de una película europea sesentera. La excepción es ‘Rendezvous’, de más de 10 minutos, compuesta para un espectáculo de danza: compleja, episódica, densa, esta canción mezcla coro y electrónica.

Por sobre los detalles, sin embargo, este disco confirma la versatilidad del autor para moverse y adaptarse. Puede que Score no sea su trabajo más representativo (como podría ser The Unnecessary History of Doctor Rockit, para su vertiente house bailable) ni hiperventilado (como Plat du Jour, su manifiesto contra la comida chatarra de 2005), pero vamos: es fresco, emotivo, melódico, con esa gracia mínima de las obras que se crean sin grandes pretensiones, bajo el alero de otra obra.