El PrestidigitadorMenos es más.

Cuando a principios de 2001 se formó Voltura (la banda que Hernán Martínez lideró durante cinco años), no sólo el mainstream musical argentino estaba -como hoy- monopolizado por propuestas chatas y con más intereses monetarios que artísticos, sino que tampoco la escena under ofrecía alternativas novedosas: en su mayoría, los grupos independientes estaban más preocupados por cómo recrear a Radiohead a-la-criolla que por generar un sonido propio e interesante. Predominaban los arreglos cada vez más complejos, acompañados por caras de “mirá como sufro al tocar este acorde”.

En medio de este panorama, Voltura resultó ser una necesaria y agradable bocanada de aire fresco. Sus melodías eran sencillas pero pegadizas, sus letras reflejaban la cotidianeidad y tenían ese tono confidente que producía la sensación de que habías vivido lo que contaban. La banda tenía todo para crecer, pero de un día para el otro -y justo cuando empezaban a ganar cierta repercusión-, terminaron separándose.

Mientras el proyecto se resquebrajaba, Hernán Martínez estaba preparando lo que sería el siguiente disco del grupo. Afortunadamente, decidió conservar algunos de esos temas y -casi sin querer- tras la disolución de la banda, decidió comenzar su carrera solista.

El resultado de sus primeros esfuerzos en solitario es un EP de siete canciones, editado de manera independiente, con producción de Juan Stewart (ex-integrante de Jaime Sin Tierra, uno de los grupos más representativos de la escena independiente de los últimos años). Esta ópera prima comparte el tono intimista de los dos discos que Martínez grabó junto a su anterior banda, aunque se destaca por comparación la notablemente mayor presencia de la voz en la mezcla. Cuando antes prácticamente había que adivinar lo que se cantaba bajo la distorsión de las guitarras, ahora mucho más sencillo poder apreciar la belleza de las composiciones del autor.

En el plano musical, se mantiene (y se potencia exponencialmente) la línea lambchopista-yolatenguista de arreglos sencillos pero poderosos, pocos acordes y melodías-chicle. El sonido es considerablemente más cristalino -acá se nota la mano de Stewart-, menos lo-fi que en las obras de Voltura.

Las letras, por otra parte, son características de la factoría Hernán Martínez: abordan principalmente el tema del amor, pero desde una perspectiva melancólica. Además, el tópico de los recuerdos es recurrente a lo largo del disco, ya sea en la forma de mensajes en el contestador automático en “El Prestidigitador” (tema que da nombre al álbum), encuentros imaginarios en “Pasaba por Aquí” o de fotografías robadas durante el sueño en “Saqué una Foto de tu Cara”. El gran potencial lírico de Martínez queda demostrado una vez más, ya que uno puede dibujar en la mente las situaciones que describen sus letras. Esto se debe, sin dudas, a que encara esos momentos y las emociones que generan no desde una perspectiva general, sino muy precisa y particular, con foco en los pequeños detalles. Al describir imágenes tan claras y cotidianas, se produce la sensación de que son cosas que nos pueden pasar a todos. Y si -efectivamente- nos sucedieron, las letras incluso pueden llegar a doler.

No se trata de un disco para escuchar todo el tiempo; más bien tiene su momento y lugar. Va en cada uno encontrar el propio. Lo cierto es que, con esta obra, Hernán Martínez no sólo demuestra que -ahora sí- tiene todo para llevar adelante una carrera muy interesante: además, nos invita a redescubrir la belleza de las cosas simples.

MySpace de Hernán Martínez
Video de “El Prestidigitador”, en vivo