La primera vez que se escucha Fantomatisme, aparece un disco distante. El oído debe empeñarse por acomodar los acordes e interiorizar las notas. Una vez realizado este trabajo, que no es precisamente duro, si no más bien metódico, se inicia el cuarto viaje hacia el mundo de Holden, un espacio elegante que impacta por la voz de Armelle Piolin. Ésta, acompañada por una atmósfera desequilibrada en cuanto a los matices musicales, crean una enorme y completa canción de cuna, que varía en instancias heterogéneas que pasean por la suavidad de “Mia”, para fusionarse finalmente con el rock en “La Carta”, original de Violeta Parra.

Fantomatisme es un trabajo que se codea con el post rock; la voz de Piolin es sinónimo de un sedante para saltar hacia la cama, acurrucarse y soñar quizás con angelitos. Lo mismo ocurre con los sintetizadores, las guitarras y los efectos. Hasta ahora todo es armonía en el capítulo número cuatro de esta banda francesa. Sin embargo, en medio de esa amable melodía, irrumpe el rock, género que aunque se hace notar, no le falta el respeto a las arraigadas raíces de Holden.