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Formados el 2003 en Leeds, este quinteto parece ser la respuesta inglesa a bandas similares del post rock de distintas partes del planeta : Mono, Explosions in the Sky, Sigur Ros o Godspeed Your Black Emperor. Motivados con entusiasmo en sus comienzos, registraron varios demos, para continuar con el lanzamiento de sus primeros singles que fueron posteriormente incluídos en el EP Progress Reform del 2006. En ese mismo año fichan por el famoso sello Beggars Banquet y editan ahora su primer álbum.

Dentro del consabido marco trágico-furioso del estilo que cultivan, la diferencia a la que apuntan tiene relación con las letras. De hecho hay voces, no gran cosa, pero existen. Como disco conceptual, las temáticas van por el lado de sucesos trágicos variados que han sido parte de la historia mundial y de cómo la miseria humana es marca en la línea del tiempo. Así nos topamos con hechos como la fuga desde la antigua Alemania Oriental (“Come over”), la plaga bubónica extendida por Londres en 1965 (“We all fall down”), los juicios a las famosas brujas de Salem (“We go hunting”) y también la mención especial al inédito asesinato de un primer ministro británico (“Spencer Perceval”). Y así suma y sigue : incendios, masacres, locuras, y un cuanto hay bajo el signo de la oscuridad, que daría a pensar con sólo leer los nombres de los temas, que más bien estamos en presencia de un grupo de black metal escandinavo o de otro gótico retorcido.

Pero, musicalmente hablando, hay más cercanía a pasajes de Current 93 o Black Heart Procession, y si es por el tono del vocalista David Martin, anda más emparentado con los fraseos de Nick Cave o, incluso, de Roger Waters. El disco en sí resulta plano, salvo por un par de temas como los ya mencionados “We all fall down” en la apertura y el particular single de nueve minutos “Spencer Perceval”, el punto álgido del álbum.

Por cierto, claramente es un disco de post rock pero sin la detonación sónica que cultivan otras bandas, lo que sumado al tono de desidia en la interpretación vocal lo hace algo cansador y resta impacto emotivo en un estilo que precisamente se caracteriza por aquello. Tal vez, el hecho de haberse grabado en una vieja capilla de Leeds, haya impregnado de un sentido más cercano a la elegía y al rumor culposo de los confesionarios. Como apronte anda bien, pero más que ideas hay que desarrollar las potencialidades musicales. No vendría mal algo de furia, porque calidad instrumental hay, aunque esté presumiblemente encubierta.