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Un dicho típico de los gringos es “if it ain’t broken, don’t fix it??? (“si no se ha roto, no intentes arreglarlo???). Y como buenos neoyorkinos, Interpol han hecho exactamente lo mismo con Our Love To Admire. Repiten la fórmula, pero lo hacen bien: excelentes temas, al grano y sin rodeos… casi.

La primera mitad del disco, desde ‘Pioneer to the falls’ hasta ‘Mammoth’, pasando por el primer single/hit, ‘Heinrich Maneuver’, representan la veta mas pop de la banda. La suma de ritmos algo bailables con una cuidada producción, moldeada en colaboración con Rich Costey (Muse, Mew, Franz Ferdinand), da como resultado todo lo que Capitol Records, su nuevo sello, puede y debe esperar: ventas. Pero claro que no en el sentido peyorativo de la palabra, ya que son canciones buenas, pegajosas, que quedan dando vuelta en los oidos y la cabeza. Además, no debe ser en absoluto una casualidad que el comienzo de varias de ellas recuerden algunos de los singles más “exitosos??? de la banda.

La segunda mitad del disco, nos lleva al lado mas oscuro de Interpol (quizás con la excepción de ‘All fired up’). Temas con texturas más áridas y de menos pulsos por minuto, se salen por un momento de lo que podríamos considerar radial, sin caer en lo experimental. Son canciones que necesitan dos o tres vueltas para empezar a degustarlas. Pero al final, Interpol nos sigue recordando (en parte) el cliché de Joy Division / Ian Curtis, tanto o más que sus símiles británicos de Editors.

En pocas palabras, un muy buen tercer disco, que si fuera debut, nos habría volado la cabeza a todos.