Interpol – Our Love To Admire (Capitol) Comentario 1 Cristina Correajulio 10, 2007Discos28 comentarios Ironías del amor, muchos clichés en cuanto a sonido y letra, las consabidas pausas después de un estallido de guitarras… Sólo más de lo mismo. Ese es el gusto que deja Our Love To Admire, el primero de Interpol para el sello Capitol. Su complacencia musical envuelve también un tema político. ¿Se está convirtiendo Interpol en una especie de nuevo Coldplay de la música alternativa? El que estén tan contentos de la incorporación de muchos teclados en este disco no ayuda a pensar en una respuesta negativa. Definitivamente, el ánimo general del disco está muy lejos de lo apuntado con Turn On The Bright Lights (2002) y Antics (2004). Hay un cambio palpable en el ritmo, en general las canciones son más lentas y el desarrollo se hace accidentado. A pesar de ser un álbum corto (47 minutos) es difícil escucharlo atentamente de principio a fin. Hasta ‘Rest my chemistry’, que es una de las mejores canciones del disco, suena a refrito. Está bien, ellos inventaron el sonido que muchos otros han copiado. Pero, ¿por qué dar un paso al lado y convertirse en un remedo de sí mismos? ¿Privilegiaron la producción en vez de las ideas? La placa abre con ‘Pioneer to the falls’, que puede convencer al principio aunque hacia el final cae en una letanía soporífera (“you fly straight into my heart???, canta Paul Banks). De ahí viene ‘No I in Threesome’ –“Maybe it’s time we give something new a try???– un relleno que continúa casi con el mismo ritmo cansado en ‘The Scale’. Cuento aparte es ‘The lighthouse’, una volada en onda ambient con un rasgueo de guitarras poco ingenioso, fuera de lugar e incomprensible. ‘Heinrich Maneuver’ es inteligente al utilizar un estribillo pegajoso y rápido; que pega a la perfección con la sucesora ‘Mammoth’. Otra que se salva de la hoguera es ‘All Fired up’ (“As I leave you with restless liars and dealers on the take/And I can read you like a gun”). Por lo mismo estas canciones parecen estar hechas para otro disco, uno que no se alcanzó a construir, cuya unidad no es más que una mirada cínica a algunos affaires sin demasiada emoción.