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Funk digital. Ese era el sabor del mes que Lidell supo explotar como nadie en sus discos junto a Cristian Vogel en Super Collider, y que él mismo llevó a un extremo abstracto y disonante en su debut solista, Muddlin Gear (2001). Algunos años después, Multiply (2005) lo mostraba abandonando el apellido “digital??? de ese estilo, para revelar a un Lidell que, para decirlo fácil, era un blanco que quería sonar cada vez más negro. La perversa canción que daba título a ese disco se coló en los playlists de demasiada gente, y sonó por igual en programas dedicados al soul y en parrillas más fieles al pop.

¿Qué queda hacer después, entonces? Estirando un poco las comparaciones, podría decirse que Lidell juega aquí la misma carta que Josh Rouse jugó hace un buen rato en 1972. Adentrarse en una época, armar un repertorio que recuerde a los referentes del período –en este caso, de nuevo el soul de principios y mediados de los setenta, pero en plan más de balada- y que tenga los suficientes ingredientes personales como para ser considerado una revisión más que una apropiación.

Parte de un árbol genealógico que lo vincula con Feist y Gonzales –el guarro entertainer, que parecía desaparecido del mapa y que aporta aquí en más de una canción-, Lidell parece aquí más preocupado de armar un disco con astucia que de lograr una colección de canciones memorable. Igual, aunque Jim parece armado con la precisión de un calculista, el hombre tiene el suficiente oficio como para hacer de canciones como “Little bit of feel good??? y “Out of my system??? pequeñas gemas incendiarias. Jim es un disco que se disfruta más como un ejercicio de estilo que como un producto musical inmediato. En ese sentido, conviene tener a mano el currículum de Lidell al escucharlo, y tener siempre en cuenta que, por mucho que parezca que Lidell ahora es un compositor acústico, todo esto no puede ser sino otra broma, otra antesala a su próxima vuelta de mano estilística.