jana.jpg

Bordeando los treinta años, Jana Hunter, oriunda de Arlington (Texas), ha mostrado a cuentagotas sus virtudes musicales. Su primer larga duración, Blank Unstaring Heirs Of Doom (Gnomonsong, 2005), reunía trece canciones creadas en el correr de una década, grabadas de manera solitaria en dos o cuatro pistas. Un notable avance registra este año con There’s No Home, donde incorpora más músicos y cerca la grabación a un par de semanas. Esta vez la melancolía y la sencillez compositiva logran sortear con mayor placidez su imaginario de delirio, timidez, agonía y paseos bucólicos que no son tales.

Las canciones de Jana Hunter condensan experiencias y visiones en melodías breves. Su primer disco podría traducirse como Herederos Anónimos de la Perdición, y dejaba ver frases brutales como en ‘The New Sane Scramble’: “Y si me ves /camino abajo de tu calle favorita/ sólo estoy yendo a ver/ pequeños bebés tratando de respirar”. También se abrían ventanas de folk inocente en ‘Crying & Laughing’, ocupando sólo las palmas para arrimarse a la sabia tradición del gospel. Y deslumbraba en una canción tan sólida y emotiva como ‘Have You Got My Money’, llevando el country y el blues a crípticas dimensiones líricas.

Hunter sigue su propio camino. Heredera de una voz cavernosa y apaciguadora, “la cazadora??? nos seduce en There’s No Home con sus flechas más dulces. No sólo sus arpegios suenan más decididos y menos quebradizos, sino que suman el respaldo cálido de batería, guitarras y coros de su hermano, John Adams y Matt Brownlie. La cadencia slowcore de ‘Babies’ la emparenta a las pocas canciones “entusiastas??? de Raymond Raposa (Castanets), con una sensación de nuevo regocijo que asemeja el cambio de timón de Cat Power en The Greatest. Hunter afirma con ánimo desinteresado sus derroteros en el camino (“Por muchas razones dejé mi casa/ la mayoría de las razones todavía las desconozco???) y sus confesiones ya no resultan tan dolidas.

Los pasajes instrumentales sicodélicos y extraviados se exploran en la cinéfila ‘Movies’ y las explosiones sónicas estallan en ‘Pinnacle’. Pero There’s No Home es un disco cruzado por paseos alegres, muchas veces campechanos, y se sumerge en aguas más azules en su último cuarto: ‘Recess’, ‘Sirens’, ‘Sleep’ y ‘There’s No Home’ son canciones más cercanas a Will Oldham o a Marissa Nadler, donde los fantasmas acarician a la hora del sueño y son acogidos con temple cariñoso. La canción que da el nombre al disco es de las mejores piezas que logran reunir la esperanza y el desencanto que atraviesan este nuevo viaje.