The Visitor, la sinfonía folk 2009 de Jim O’Rourke, puede muy bien ser lo más ambicioso -en términos compositivos- que le escuchemos en algún tiempo. Dada la extensa latencia entre álbums de canciones del de Chicago, este reciente disco oficial puede ser una isla entre tantos discos solistas y colaborativos centrados en inquietudes exploratorias ligadas al ruido y naturalmente alejadas del formato convencional de canción que lanzó principalmente en esta década (He Who Laughs, Oscillators and Guitars, The Voloptulist, 6 Oscillators 87/Guitar 88, Despite the Water Supply, etc).

Desde 2001 con el ya clásico Insignificance (Drag City, 2001) que O’Rourke no tomaba su guitarra acústica, piano, teclados y todo el set de instrumentos acústicos tradicionales para desarrollar esos memorables momentos beatlescos en clave folk que abundan en sus canciones. The Visitor está lleno de ellos, siendo una constante progresión de pasajes instrumentales que en 42 minutos (el disco consiste en una sola canción) se muestra como un mosaico gigante y donde, pese a la aparente calma de muchos de los momentos, se nota una urgencia por avanzar siempre a otro lugar.

El carácter de los movimientos tiene el mismo patrón de los pasajes instrumentales de discos anteriores como Eureka, el EP Halfway To A Threeway, el mencionado Insignificance pero, por sobre todo, al material original para la banda sonora de la película Love Liza (no editada oficialmente). Guitarras campiranas, el piano como hilo conductor, el clarinete para dar el toque jazz, la batería controlada pero inquieta y esos juegos repetitivos de notas en guitarra acústica que fueran la base de Bad Timing (Drag City, 1997). Todos elementos distintivos con los que se nota la familiaridad con que O’Rourke se apoya en los arreglos, en perjuicio de alcanzar algún clímax más agresivo que hubiera hecho al disco un ejercicio más dinámico.

Si hay algo que podemos reprocharle al disco son algunos momentos muertos, que están ahí por mera transitividad entre pasajes. Un hecho que no llega a ser tan importante como la ausencia de sus grandiosas letras mordaces y resentidas. Ciertamente se extrañan cosas como “Estamos en un barco que se hunde, pero me gusta quedarme a bordo y disparar los cañones hacia ti” (en “Therefore I am” de Insignificance), ejemplo de la capacidad de ensamblar grandes canciones con una carga lírica dura.

Más allá de lo que el ex Sonic Youth nos privó en letras, The Visitor es un temporal regreso en muy buena forma a terrenos estrictamente compositivos y como un respiro a sus actividades cacofónicas a las que de seguro volverá prontamente.

MP3: Jim O’Rourke – “The visitor”

VIDEO: “Therefore I Am” (extraído de su álbum Insignificance -2001-)
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