Aparecido en marzo de 1963.

Velas, tragos, sofá, jazz: el lugar común relaciona el estilo sincopado con las más melosas imágenes romanticonas. Pero algo de real tiene el cliché, ya que las baladas románticas tienen un digno apartado en la historia del jazz. Aún los músicos más experimentales han reservado un par de discos para juntarse con un buen cantante, y bajar las revoluciones y la luz. El caso de John Coltrane es sorprendente en este sentido: su importancia se asocia a la tremenda fuerza de sus improvisaciones, a la libertad y experimentación del free jazz que cultivó; sin embargo, uno de sus discos más potentes sigue siendo el que grabó junto al cantante Johnny Hartman en 1963, a partir de romantiquísimas composiciones populares.

Pongámonos en contexto: luego de apartarse (o ser echado, más bien) del quinteto de Miles Davis, Coltrane inició su carrera solista a fines de los ’50 intentando encontrar una formación que se acomodara a su evolución musical. En el camino, grabó algunos discos esenciales (como Blue Train, Giant Steps y My Favorite Things), hasta que consolidó un trío que lo acompañaría durante buena parte de lo que le quedaba de vida: McCoy Tyner (piano), Jimmy Garrison (contrabajo) y Elvin Jones (batería). Con ellos grabó, en 1964, A Love Supreme, una de las cumbres del jazz de todos los tiempos.

Pero antes, a fines de 1962 y comienzos de 1963, Coltrane “tomó aire” y registró tres discos cercanos a la convención clásica: Ballads, Duke Ellington & John Coltrane (homenaje a uno de sus maestros), y el que firmó junto a Johnny Hartman, que sería su única colaboración con un vocalista. Ambos se conocían desde fines de los ’40, cuando habían formado parte de la banda de Dizzie Gillespie. La elección parecía del todo lógica: el timbre grave y pastoso de Hartman podía resultar un perfecto complemento del saxo tenor de Coltrane.

La cita se concertó para el 7 de marzo, en los estudios del fundamental ingeniero Rudy Van Gelder. A pesar de que habían ensayado sólo una vez, el productor Bob Thiele necesitó apenas una toma para grabar los seis temas (salvo para uno, que debió regrabarse porque al baterista se le soltó una baqueta). El resultado, que apenas supera la media hora, muestra cuán exitosa fue la reunión: las melodías cantadas se entrelazan lentamente con las melodías improvisadas por el saxo. Ambos timbres se intercalan sutilmente, se contraponen y complementan, potenciando las composiciones y su devastador efecto. Ahí está el comienzo controlado en la voz en “They say it’s wonderful”, que poco a poco recibe intervenciones, como pequeñas respuestas, del saxo tenor. Ahí está el solo inicial de Coltrane en “My one and only love”, preludio perfecto para la letra, tan entregada y triste: “The touch of your hand is like heaven/ A heaven that I’ve never known”.

Sí: éste disco es casi demasiado romántico. Su intensidad, su elegancia, su carácter nocturno y terminal, lo hacen apto para muy pocos momentos, que deben ser elegidos con pinza. La advertencia está hecha: esta obra debe ser administrada con mucho, mucho cuidado.

MP3: John Coltrane & Johnny Hartman – “Lush life”

VIDEO: John Coltrane & Johnny Hartman – “Dedicated to you”

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