En muchas ocasiones hemos oído el dicho de “la tercera es la vencida”. Campeonatos y competencias han sido el escenario perfecto para echar a volar esta frase. Sin embargo, esta vez llegó el turno de aplicarla a un trabajo musical que abrió este 2009 con un rostro más sensato y refrescante. Begone Dull Care, el tercer LP de los canadienses Junior Boys, no se hace notar por su música, ni tampoco por la variedad de instrumentos y recursos empleados, sino porque confirma una labor que viene construyendo la banda desde sus inicios: la de alcanzar la pulcritud a través de un trabajo extenso.

Ése precisamente es el mérito de los canadienses: lograr envolver toda su creación en una narración que tiene introducción, desarrollo, clímax y descenso. No hay voz por sí sola que hable, ni instrumento que conjugue melodías sin el otro. Cada canción detalla una parte de la gran historia; cada tema se desenfrena por encontrar su lugar en medio del disco que es sinónimo de creación total.

Este enorme trabajo de indie pop electrónico cuenta con dos facetas, que aunque distintas, tienen continuidad. La inicial comprende las cuatro primeras canciones del disco (“Parallel lines”, “Work”, “Bits and pieces”, “Dull to pause”) que son rítmicas y marcadas. Las otras cuatro, en cambio, vuelan por parajes más bucólicos y lúdicos, donde se interpretan nuevos sonidos un poco más agudos que las de la faceta anterior (“Hazel”, “Sneak a Picture”, “The animator”, “What it’s for”).

Si Junior Boys ha sido una banda marcada por la instrucción, este disco es la guinda de la torta. Es momento para que los canadienses se abracen y puedan decir “lo logramos lento, pero seguro”.

Reseña 2
Por Gabriel Pinto

Junior Boys han conseguido en Begone Dull Care reafirmar la propuesta sonora que ya habían dejado entrever desde Last Exit (Domino, 2003) y con mayor enfásis en So This Is Goodbye (Domino, 2006): acercarse al rhythm n’ blues a partir de un synth-pop complejo plagado de referencias a la indietronica, el house y la música disco.

Begone Dull Care es un trabajo maduro que, sin presentar mayores evoluciones en su sonido, logra convencer por la habilidad de los canadienses para equilibrar a la perfección la cadencia sugestiva de sus melodías con las melancólicas inflexiones vocales de Jeremy Greenspan. La mejor prueba de ello está en el tema que abre el disco, “Parallel lines”, donde la susurrante voz de Greenspan se sumerge en un hermoso complejo de progresiones rítmicas salpicadas por sutiles intervenciones sintéticas.

A pesar de lo anterior, hay momentos en que Begone Dull Care flaquea: las soporíferas “Sneak a picture” y “The animator” hacen pensar en unos Soft Cell trasnochados y carentes de creatividad. Sin estos (eternos) minutos de sobra y aumentando la cantidad de momentos altos (“Bits and pieces”, “Dull to pause” y la ya mencionada “Parallel lines”, son ejemplos de esto), Begone Dull Care podría haberse convertido en un clásico instantáneo. Pero, por desgracia, a Junior Boys aún les falta tiraje.