Según Kurt Wagner (voz, guitarra y corazón de Lambchop), este álbum surge de la necesidad de editar un último trabajo que quedó postergado cuando decidió cambiar la guitarra por los pinceles. Pinceles que ahora tiñen de blanco y negro una sesión de cámara sesentera con Sinatra y Bacharach como influencias principales, y donde las composiciones rinden homenaje no sólo a Vic Chesnutt, sino que también a una época mejor.

La idea fue de Mark Nevers (Ex-miembro del combo y ahora productor e ingeniero), quien define el sonido que buscaba para los últimos textos de Wagner como “psycho-Sinatra”. El resultado de todo esto es Mr. M, un disco que hizo su debut en la red hace ya unas semanas y que revela que más que un final, este es otro punto de partida.

Las canciones en este trabajo se suceden con una naturalidad asombrosa. Cada una buscando espacio entre los medios tiempos y los arreglos de cuerda, atendiendo a la urgencia de un Wagner pletórico y enamorado de su pluma y formando una unidad perfectamente ordenada.

Ahí queda la chispa y el brillo de “Gone tomorrow”, el quebranto de “Night without mercy”, la síntesis perfecta de “Never my love” (donde Wagner ocupa la palabra amor por primera vez en una canción) y la ingravidez y belleza de “Mr. Met”, una verdadera declaración de principios sobre la vida y cómo vivirla y una de las canciones más grandes que ha compuesto la banda a la fecha. Mr. M resume años de comprensión natural de la música popular y entiende, que lo primordial detrás de todo esto, debe ser la extensión de la conversación mediante la canción.

Son muchas las razones que hacen de este un disco especial. Esto es el tributo de un amigo a su colega con las mejores intenciones y voluntad. Una voluntad compositiva marcada por los verbos y palabras masticadas por el predicador y por la banda que conduce esta ceremonia. Una liturgia que no busca fieles. Un sermón dictado desde la pérdida y los recuerdos, pero por sobre todo, desde el amor y el más profundo respeto a la vida.