Es difícil escuchar OH (Ohio) y no caer rendido ante un sonido tan fértil, que ha mutado a través de los años vistiéndose de diferentes colores, según la ocasión, mezclando soul y country rock, intimidad y fiesta, pianos, guitarras y letras de otro mundo. Kurt Wagner y su combo están de vuelta y este disco es otro compendio de canciones entrañables. La vida es así, tal cual. Él sabe que sus canciones irradian ese aire doméstico que las hace tan queribles. Sabe lo que escribe y, más importante, cómo lo arropa.

El disco abre con “Ohio” y somos bienvenidos, otra vez, a una ceremonia musical que se expande con la libertad heredada del jazz y la sensualidad propia del soul, donde los textos, de belleza barroca, ironizan y coquetean con lo cotidiano. Wagner, en su papel de crooner, hipnotiza desde el comienzo y así caen “I’m thinking of a number” y “National talk like a pirate day”, con esa cadencia pop fronteriza que los caracteriza; la quietud de “Hold of you”, “Close up” o la ingravidez de “Please rise” y “Of Raymond”.

Para finalizar, en forma de homenaje rendido, “I believe in you” (Don Williams) sirve como sumario y epílogo a un trabajo que no esconde sus pretensiones, que contó con más de quince músicos en el estudio y que sitúa a Lambchop, nuevamente, no sólo como un referente, sino como a una célula autónoma dentro de cualquier escena. El colectivo de Nashville entrega con esta placa su décimo trabajo formal y, con él, otra definición de madurez musical. Wagner sigue adentrándose en un lenguaje propio y característico, murmurando y masticando cada palabra con menos timidez que antaño, sabiendo que el truco está en la interpretación de un sentimiento universal y, que su voz en primer plano, no hace más que reforzar esa idea. OH (Ohio) es la obra de un tipo que ha salido solo en busca de experiencias, para regresar con un trabajo enorme, fruto de la inspiración que otorga la soledad y el reencuentro.