El tercer disco de este proyecto personal surgido en Edimburgo, Escocia, dentro del cerebro de Graham Richardson, es una interesantísima pieza más dentro del engranaje del sonido aislacionista que ubica a bandas como Hood, Labradford, Flyng Saucer Attack o Deaf Center como algunas de sus célebres representantes. Aires cinemáticos y líricas que hablan de ruptura, por lo que se interpreta de los nombres de los temas, son las líneas que definen el carácter de una obra integral, hecha con un PC, guitarra y micrófono.

El resguardo en casa para sanar las heridas, el hálito frío para recordar que se está vivo, se dejan entrever en estas composiciones instrumentales que dan cobijo y propician actitud meditabunda para los abandonados. Sin sonar ni tan electrónico ni tan acústico, Last Days se sitúa en fase intermedia y se deja oír con la calma que propicia. Acá hay un testimonio de desafecto, y en esa intimidad que inunda en cada pista se afianza la calidad y calidez de esta maravillosa obra.