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Las primeras luces que enciende la voz de Laura Marling al comienzo de “Ghosts???, demuestran un carácter intenso, una interpretación madura y un alto nivel de afinación, tan fuerte como la voz de Regina Spektor y tan clásica como las legendarias figuras del country. Y es precisamente ese cruce temporal, entre presente y pasado, lo que busca imprimir en sus acordes, recuperando una difusa, y a veces olvidada, tradición de folk británico y rearticulándola al mismo tiempo con una suerte de sicodelia melódica difícil de resistir.

El ritmo country que entrega la inglesa es muy digerible y cálido, cayendo muchas veces en el cliché country-pop y en el facilismo rítmico que consigue una empatía inmediata con el oyente. A la larga, Laura sabe que nadie puede quedar indiferente ante la emoción expresada en una buena canción, endulzada con un buen coro y retocada con detalles del pop actual. Lo sabe y saca provecho de eso abusivamente. En definitiva, si bien es estricta en cuanto al resultado final y consigue una identidad musical, a ratos es efectista y un tanto simple. Es poco lo que explora fuera de los márgenes del estilo.

La naturalidad con la que fluyen las canciones pareciera querer decirnos que el country es para Laura Marling lo que el agua es al pez. Como si hubiera entonado himnos tejanos toda su vida, la melodía de cada canción parece encantada, de manera que prácticamente obliga a ingresar en su lógica musical, ingresar en sus movimiento y en su sensibilidad que, como corresponde a todo buen clásico folk, desborda drama en la interpretación, quizás con algo de exceso pero siempre con carácter. Su ejecución está tan bien lograda que no podemos saber si estamos frente a una novata o a una leyenda, ya que tiene los lugares comunes de cualquier principiante en cuanto a “actualizar??? la propuesta con sintetizaciones pop, pero con un ethos tradicional muy marcado.

No es de extrañar que hoy, con los adelantos técnicos, un debut suene tan bien arreglado y, en definitiva, logre ser tan profesional; sobretodo tomando en cuenta que este primer trabajo de Marling se presenta como un proyecto modesto y sin grandes aspiraciones más allá del hit, funciona como promesa más que nada. Sin ir muy lejos basta con recordar lo que la norteamericana Meg Baird, ex Espers, consiguió con Dear Companion el año recién pasado. En ambos casos, el manejo del ritmo vocal y de la interpretación es sencillamente impresionante y se debe, en mayor medida, a la influencia que ellas mismas denuncian dentro de sus composiciones. Incluso podemos disculpar sus detalles sonoros más pastiches por la potencia de sus voces. Y así como ocurre con Meg Baird, el trabajo artístico de la inglesa Marling consiste en mirar bizcamente hacia la tradición por un lado, con la cual probablemente crecieron, y hacia el presente por el otro, desde donde recogen la libertad que les permite rehacer canciones añejas, versionándolas de acuerdo a sus propias intenciones y, en el mismo movimiento, homenajearlas. De hecho, un tema escrito por Laura se codea codo a codo con un “Cross your fingers” de Kirsty MacColl y es más, entre ambos parece no haber distancia: mismos instrumentos, mismos juegos rítmicos. No se trata de una apropiación gratuita: son ambas canciones las que han dado un paso hacia la otra, buscándose mutuamente, propiciando el reencuentro entre dos temporalidades.

La colaboración que Marling hizo con la banda de art-rock The Rakes el año pasado confirma que, de algún modo, la voz de Marlin puede llegar a otros registros y moverse en otros estilos rockeros. En este debut lo que se observa es una voluntad de recrear un imaginario (que posee historicidad y tradición) de manera conciente. Es su decisión fusionar folk, country y soul, logrando rozar el punto culmine de su talento en “My maniac and i???, y en “Night terror???, así como en su primer single, “Ghosts???.

Resumiendo, en Alas I cannot swim se consagra un género, se rinde culto al estilo, se es fiel a los códigos musicales que le dan identidad y, como si fuera poco, se deja la ventana semi abierta para que se filtren pequeños guiños que nos hacen recordar que no estamos en los 70as, sino que sólo se trata del juego que hace una adolescente disfrazándose con los vestidos de la abuela. Porque, a pesar de tener una voz madura y profunda, clara y expresiva, ella sólo tiene 18 años, de manera que la mayoría de las canciones son fruto de su más temprana adolescencia.

Si se puede aceptar la belleza del simulacro, Laura Marling podría convertirse en una nostálgica intérprete folk de renombre, ya que tiene lo que se requiere: pasta, ritmo y voz. Si lo que se pide es innovación, rearticulación o propuesta vanguardista, quizás estemos frente a un disco perdido en el tiempo, pastiche, poco original y hasta un poco insolente porque todo lo que contiene ya lo hicieron las songwriters en los noventa. Tanto las esquivas, como Abra Moore o Lisa Germano, como las más mediáticas, entre las que destacan la melodramática Jewel o la desgarrada (pero glam) Tori Amos. Así como en ellas, a la larga lo que queda de la música de Laura son un par de buenas canciones, una estrofa memorable y unas melodías ideales para orquestar tus recuerdos más preciados.