L’altra siempre fue un grupo complicado. Su sonido era lánguido, exangüe, a dos pasos de la iluminación y el romanticismo, y a tres del suicidio. Una banda de verdad, donde las letras representaban el estado del mundo interior de sus participantes, y la música en sus inicios era creada en largos y narcóticos ensayos de media tarde en un loft en Chicago. Siempre al borde del abismo, el primero en partir fue el bajista Ken Dyber (fundador de Aesthetics Records) y luego el baterista Eben English, dejando a la ex pareja de amantes conformada por Joe Costa y Lindsay Anderson a la merced de su propio infierno emocional, no tan distante del amor-odio de Bilinda Butcher y Kevin Shields, responsables del erotismo hiriente y venenoso de Loveless de My Bloody Valentine. No por nada los anglo-irlandeses son una de las bandas favoritas de Anderson y Costa.

Luego, tras un bello tercer disco de L’altra (Different days), el dúo se separa para seguir carreras solistas. Joe Costa continúa con su barroco e intrincado grupo Costa Music, con una producción de lujo a cargo de Marc Hellner y Telefon Tel Aviv, y Lindsay Cristina Anderson con su debut If, editado por el sello Minty Fresh (Aluminum Group). La vocalista había dado muestras de sobra de su talento y de su voz suave y de grandes cualidades gimnásticas: junto a Edith Frost y Will Oldham, en el área chica del folk, al lado del arco de lo más selecto, resguardado por el arquero John Denver. También, junto a los vanguardistas y electrónicos Telefon Tel Aviv y Pulseprogramming. Pero es en su propio disco donde aflora todo su talento como intérprete y compositora.

La diva de la ciudad del lago incorporó piano, teclados y voz, sus instrumentos habituales en L’altra, pero ahora aprendió a tocar guitarra, dándole un delicioso toque acústico a If. Es notable la coincidencia con un Lindsay Anderson cineasta que filmó una cinta llamada “If”. La que nos concierne, Lindsay Cristina, graba sus canciones a modo de escenas, donde la atmósfera es esencial, y donde la letra narra los acontecimientos a modo de cámara subjetiva, ya que éstas son historias en primera persona, con sensaciones y sentimientos expuestos en una suerte de fotografías intimistas.

“Sweetness and light” y “Here and now” retoman dos nombres de canciones shoegaze, la primera de Lush y la segunda de Ride, y se remiten al mundo de la juventud –ambas eran de las bandas preferidas de Anderson-, pero mirado retrospectivamente, ya que las melodías nada tienen que ver con el ruido dulce de ambos grupos, sino que se remiten a un folk delicado y onírico. La música de la ex vocalista de L’altra está llena no sólo de dulzura, sino también de detalles en la producción (cuerdas por aquí, un arpegio de guitarra por allá, un par de notas de piano), siempre con una sutileza que se agradece y que hace de If un álbum sólido y maduro. Diez años de carrera no pasan en vano, y el disco rebosa de una carga emotiva intensa.