Myspace es sólo el cascarón de varios fenómenos musicales que tienen mucho más que expresar en vivo. Es el caso del grupo nacional Line, que cuenta con un directo sólido, eficaz y de una potencia que encandila a sus seguidores y a quienes los escuchan por primera vez. Su cuenta de Myspace, en cambio, es discreta y sólo ofrece cuatro canciones que conforman su primera grabación. Esa sencillez da cuenta de la austeridad con que se maneja este trío  que, amparado en la fuerza y cohesión de sus integrantes, tiene el campo abierto para generar mucho más ruido.

Integrado por Martín “Cucho” Avendaño (voz y batería), Nicolás Stein (guitarra) y Juan Pablo Méndez (bajo), Line nace de las cenizas de otro proyecto que compartían Avendaño y Stein, quienes dejaron de lado la electrónica y se abocaron por completo a los instrumentos reales. La participación de Cucho en la batería -quien también destaca por ser un skater mítico en su entorno-, es clave en el norte sónico del power trío, pues marca el sentido de la pausa, profundidad y dinamismo en todas las canciones, siempre ajustadas a un tiempo lineal, sin quiebres. En vivo, la calidad de Cucho como baterista y vocalista es notable, marcando un pulso magnético al que se suman capas y efectos de una guitarra polifacética y un bajo simple, solvente, generalmente distorsionado.

Line EP deja claros sus referentes al instante, demostrando que sus músicos saben dónde escoger sus sonidos y cómo modularlos. Tienen el espíritu lo-fi alineado con Sebadoh y Guided by Voices, más la electricidad sónica de Jesus and Mary Chain y Dinosaur Jr, con un espíritu shoegaze que rápidamente les da un aire clásico, pero que los distingue de la camada de grupos chilenos que cultivan el estilo por la concreción de sus melodías, el aire romántico de las letras y la calidad del sonido, que se impone sobre la estampa taquilla que suele aquejar a estos grupos.

El disco fue grabado en formato análogo en los estudios de BYM Records, mezclado por Nicolás Stein y masterizado por Andrés Nusser de Astro, y todo este diseño de sonido se nota. Desde el arranque con “Toxic dream” al cierre con “Cold”, el avance es parejo y entrañable, dejando con ganas de más a quienes cabecean sus melodías y tararean a retazos sus letras en inglés, como niños huérfanos y sonrientes en una ciudad siempre desconocida y que cae a pedazos. Destaca especialmente “Dislexic memories”, una canción cuyos dos minutos se hacen interminables en las representaciones emotivas de quienes buscan un sentido más profundo en la música pop.

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