Lucinda Williams – West (Lost Highway) Enrique Moragaabril 3, 2007Discos1 comentario West es la mejor continuación de World Without Tears (2003). Lucinda Williams se ha tomado cuatro años para dar forma y entregar un trabajo que vuelve a sorprender sin renunciar a la continuidad sin límites que propone el rock de corazones rotos y vidas cruzadas. El folk, el country y el rock se mezclan de forma impecable, sobria y personal en un disco que sólo se detiene en el pasado para seguir avanzando. La voz de Williams (dulce, áspera, quebradiza y desgarrada según la ocasión) se enlaza con mantos de guitarras acústicas, pianos, violines y percusiones para dar vida a trece canciones tan cercanas como inquietantes. Todas fotografías imborrables donde la pérdida es la excusa para mirar atrás, pero es, al mismo tiempo, el motivo para seguir adelante. ‘Learning how to live’, ‘Words’, la suavidad amenazadora de ‘Rescue’ y el comienzo con un ‘Are you alright’ tan simple que asusta: “¿Estás durmiendo de noche? ¿Tienes a alguien a quién aferrarte? ¿Tienes a alguien con quién salir? ¿Tienes a alguien para abrazar y besar????. Son ejemplos de lo que este trabajo alcanza. En cada canción, la cadencia vocal se convierte, poco a poco, en desgarro leve y justificado y, desde la primera canción, West, camina por la vereda opuesta al folk etéreo y hedonista que ha dominado el dial indie este último tiempo. Las pretensiones de esta placa son humildes y claras: formar una unión indivisible entre textos y música, saludar al desamor con la frente en alto y seguir, como Dylan, caminando sin mirar atrás. Como Dayna Kurtz o Mary Gauthier, Lucinda Williams hace del día a día una absoluta odisea emocional. Sus historias (como toda buena historia) comienzan con un hombre y terminan con una mujer y, entre medio, todo lo que hay o había que decir. El esqueleto musical es variado sin perder el norte country-rock y su eje lírico es triste sin renunciar a la esperanza. Directo, simple y elegante, West, es un éxodo a lugares comunes. Un viaje que se detiene en historias y momentos tan universales y reconocibles como la música que los arropa. La tradición sigue en buenas manos y este disco vuelve a ser cimiento sobre cimiento.