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Maps es el proyecto del inglés James Chapman ideado en solitario desde su pieza, tal como lo hizo Matthew Hart de The Russian Futurists. Bedroom pop versión shoegazer con beats, de referencias directas a My Bloody Valentine, Spiritualized y a Boards of Canada. Una mezcla que en We Can Create, su primer disco, suena tan calma como una puesta de sol mirada desde una piscina.

Con pretensiones de dream pop, las canciones de Chapman son ligeras en su melodías, con capas de sonido que se mueven como en paneles entre ritmos modestos. Y pesar de eso, son luminosas en sus coros y líneas principales, como si en un nivel fuera opaco y en el otro brillante. Esto entrega un tono melancólicamente crepuscular, que se cuela sutil entre muchas de las canciones que funcionan como elegantes sencillos upbeats a pesar de sus letras tristes, como ‘Elouise’ y ‘Liquid Sugar’. Pero después de varias escuchadas, esa tristeza vaga queda como impronta del disco. “Yeah, the summer count can come/brings you sounds you thought where gone/And you can try to search around/And you can try to cut it down/I found it all but lost my soul???, canta la suave voz susurrada de Chapman en ‘Lost my soul’, dejando claro que detrás de su postura somnolientamente armónica hay algo que no va bien. Introspección dura que se repite en ‘Glory verse’, una balada indietrónica con su frágil voz ya sin el filtro que está en todo el disco, solo acompañada de teclados que van y vuelven entre arreglos mínimos, tremendamente dramática entre el resto de las canciones que suenan tan parecidas.

Y es justamente eso lo que no termina de armarse en We Can Create, y es lo que Caribou supo hacer tan bien en su último disco: lograr una entrega uniforme que suene al principio como un gran bloque y se desgrane en los oídos de quienes escuchamos sin perder el interés. Las canciones de Maps funcionan, pero, como un todo, el disco se vuelve plano y uniforme; las texturas y arreglos con otra grabación y mezcla podrían haber tenido una dimensión distinta. Sonar más densos, más ambiciosos y no como desde los parlantes del computador. En We Can Create se quedan en la superficie, flotando en la piscina como música de fondo, mientras la introspección que provoca se esparce rápidamente para zambullirse bajo el agua y desaparecer cruzando rápida por el fondo.