Maria Taylor – Lynn Teeter Flower (Saddle Creek) Roberto Doverismayo 7, 2007Discos1 comentario De seguro la mayoría de las personas que han oído sobre Maria Taylor lo hicieron gracias a la banda sonora de la serie de TV Grey`s Anathomy, cuyo sofisticado gusto por la música incidental ha hecho converger en tres temporadas una cantidad enorme de grupos y solistas que bien podrían ser las voces de toda una generación musical de calidad excepcional. En ese contexto aparece ‘Song beneath the song’, primer single de Maria Taylor perteneciente a su debut 11:11 (Saddle Creek, 2005); una canción estremecedora, por decirlo menos, que corea “it`s not a love, it`s not a love, it`s not a love song??? con una voz grave e impávida, pero cuya densidad obliga a sumergirse en lo que Taylor propone en cada una de sus letras. Y en Lynn Teeter Flower si algo no ha sido modificado es esa agudeza intelectual que se deja entrever en cada letra del disco y que discurre naturalmente como si la música de la norteamericana fuera impensable sin esos párrafos que completan el sentido de la composición. Pero al mismo tiempo resulta algo injusto poner el acento sobre lo meramente lingüístico cuando la música que Taylor a compuesto a lo largo de estas once canciones es poética en sí misma y posee un encanto que difícilmente podremos encontrar en artistas similares, pues sabemos que el perfil de cantautora pop está ya bastante basureado. Maria Taylor trabaja sobre una reflexividad intensa a nivel del discurso que ya podíamos observar en su primer álbum y que en esta segunda entrega se aprecia en el elocuente título de la primera canción ‘A good start’, cuyas voces graves y en cuasi coro recuerda la línea de 11:11. Intensa y siempre en crescendo, ‘A good start’ se encarga de construir un mundo sonoro desde la voz para ir incluyendo batería, guitarras y órganos precisos y rítmicos, y luego nos señala que otra será la orientación musical de su nuevo álbum, más rockero que el anterior y con bastante mayor producción. También con más atrevimiento en la elección de guitarras eléctricas y de programaciones electrónicas muy bien pensadas. En ‘Clean getaway’, la segunda canción del disco, la voz aparece más limpia, más crujiente y menos densa que en 11:11 y mucho más interpretativa, de manera que dicha madurez conseguida con la experiencia permite que la voz de Taylor tenga todas las herramientas para conmover con matices y con la potencia de sus letras. Los órganos de ‘Smile & wave’ o de ‘Replay’ recuerdan los aires retros de Bachelor Nº 2 de Aimee Mann o de algunas canciones de Abra Moore, para la cual colaboró como instrumentista. Pero ningún registro o estilo la limita dentro de sus bordes, porque Taylor lo que hace es un collage de folk pop, paseándose por el rock, por la programación simple, por el freefolk, por el drama de una songwriter e incluso con algún rapeo. Todo mezclado y remezclado; al pasar por su filtro cualquier estilo queda con un gustillo similar, todo convive en armonía y todo convence. Desde los acordes de una simple guitarra en ‘Small part of me’ hasta el piano muy Carole King (o de la última Cat Power) de ‘Replay’, desde los retro-sintes de ‘Irish goodbye’ hasta el oscuro folk de ‘My own fault’. Y todo convence porque está bien hecho, bien ejecutado y con encanto y estilo. Lynn Teeter Flower es un disco que conmueve, que atrapa no con la primera escucha sino de a poco, silenciosamente sus canciones van delineando una personalidad interesante y muy bien elaborada de una compositora que, luego de varios años de trabajo, por fin decide recorrer el camino de solista. Atrás quedó su grupo Little Red Rocket (editados en su momento por Geffen) y el dúo que tenía con Orenda Fink, Azure Ray, que se disolvió porque ambas se dedicaron a sus proyectos personales. Así fue como colaborando con Bright Eyes, Moby y Croocked Fingers, Taylor fue tomando confianza para finalmente darle al blanco con estos once temas que, aún cuando pasen desapercibidos por la mayoría, serán gran influencia para quienes logren dar con ellos.