El segundo disco de la hermana de Rufus se hizo esperar, y mucho. Sin embargo, basta darle un vistazo rápido para darse cuenta que la espera valió la pena. Tocando cada nervio de la médula, la voz de Martha hace estallar cualquier cosa con tan sólo rozarla, y bajo el formato que sea. De hecho, sólo con “You chated me??? ya merece estar posicionada dentro de lo mejor que va del año.

De personalidad multifacética y dada a las colaboraciones, la carrera que se inició con el homónimo Marta Wainwright en 2004 se comenzó a diluir en una serie de apariciones esporádicas en cosas tan dispersas y diversas como el hit “Set to the FIRE???, de Snow Patrol, un documental dedicado a Leonard Cohen y una que otra aparición en bandas sonoras, desde películas independientes hasta series de televisión. Estas ocupaciones son, quizás, las razones de por qué I know you’re married but I’ve got feelings too tomó tanto tiempo, aunque también la espera se debe a que en este disco cada detalle está pensado desde todos los puntos de vista posibles, y de hecho el punto de vista comercial es uno de ellos, pues todos los temas son tan radiales y digeribles que llama la atención que aún así sigan teniendo esa particularidad tan propia de su forma de interpretar, de hacer una fusión inquietante de country, folk, pop y rock, tiñéndolo todo de una melancolía extraña que se hace presente en sus vibratos, en la tensión de las guitarras, en las melodías y en cuanto elemento está presente en el álbum.

Esa tensión propia de su propuesta, y que se mantuvo un poco más esquiva en su disco debut, hoy se vuelve más accesible y más digerible en un formato pop de corte clásico y de fácil distribución (que sí es un tema para los sellos). Este acercamiento al esquema singlero la relaciona con los trabajos de Emiliana Torrini, con los discos de Feist, con las nueva promesas inglesas Basia Bulat y Kate Nash y, de forma más obvia, también colinda con las lecturas country de Aimee Mann, Paula Cole y Joan Osborne. A la larga no es que se estén abriendo nuevos espacios de producción musical, sino que se está trabajando en función de una buena composición clásica, de un buen arreglo pop rock, de frases entonadas que estremecen y que, en el fondo, conforman una música familiar, esa que disfrutábamos con los grandes, desde Leonard Cohen hasta Joan Baez, pasando por todos los nombres de la familia Wainwright que se dedican a la música, incluyendo obviamente a Rufus, que con su brillo festivo y teatral a veces logra eclipsar lo que su hermana mayor aún tiene por entregarnos.