Aparecido en noviembre de 1982

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Este es uno de esos discos que están llamados a crecer con el paso del tiempo. Como un secreto a voces, proyectando sus sombras que se alargan con cada nueva escucha. Aquí los Meat Puppets tocaron un cielo compositivo y sonoro y, lo más importante, abrieron puertas a un estilo que necesitaba oxigenarse rápidamente, cuando la llama punk se extinguía y el hardcore se transformaba en una nueva elite estilista, todo lo contrario a sus principios.

Desde un principio, los hermanos Kirkwood fueron extraños en un mundo de forajidos. En su discografía, que principalmente recorre la década de los’80, crearon el cowpunk, retomaron las enseñanzas de Captain Beefheart y llevaron todos los estilos posibles a un nuevo lenguaje, pasando del funk al heavy metal. Una banda grande sin saber que eran grandes.

Catalogados alguna vez por Henry Rollins, cantante de Black Flag, como “hippies de buena familia y cuicos que jugaban al punk”– el primer EP de Meat Puppets, In a Car, era una muestra del lado salvaje, juguetón y liberal que daba el punk cuando aún no se tomaba en serio. Luego sacaron su primer LP donde se desbocaron con pequeños destellos country y psicodélicos aún desordenados. Quedaba mucho por hacer. Y el punto de inflexión fue II.

Detestados por los punkies desde los comienzos y abucheados por tener pelo largo, los Meat Puppets traspasaron las barreras de la escena y se adentraron a las raíces norteamericanas obviando todo tipo de prejuicios. En II convergen temas instrumentales como “Aurora Borealis” y “We’re Here”, que termina con un destello de luces pacificas de guitarra. En temas como “I’m a mindless idiot” uno pude imaginarse los colores vivos de Arizona, al igual que en la portada del disco, y el registro limitado de “Climbing” nos traslada inmediatamente a referentes como el Neil Young más crudo.

No deja de ser notoria la pasión y alegría con la que es ejecutada este disco: por aquel entonces, el guitarrista y cantante Curt Kirkwood estaba a punto de ser padre. Es por eso que su voz nunca alcanza a quebrarse y llegar a tonos regulares. Carga una emoción alienada en cada uno de los temas, dando como resultado una efervescencia sonora aplicada con entrega y solvencia.

Ayudados por Kurt Cobain en el ya famoso Unplugged in New York, confundidos por la estética grunge en el apogeo del movimiento, transformados en un one hit wonder por el tema “Backwater”, olvidados después por la industria y perdidos en adicciones y peleas internas, volvieron hace poco con un disco plano, lejos del resplandeciente y cada día más grande II. Una verdadera declaración de principios a la hora de crear música con total libertad. El punk es una actitud frente a la vida, y Meat Puppets la encarnaban lejos de toda ortodoxia. Tal como el resto de las bandas de SST, el último sello revolucionario de Estados Unidos, eran bandas que citando a Minutemen, podían llevarse un pedazo de tu vida.