Menomena – Friend and Foe (Barsuk) Carmen Duarteenero 29, 2007Discos3 comentarios Música experimental para poperos. Eso es Menomena: una avalancha de texturas monstruosas con melodías para cantar. Un híbrido desconcertante entre tanta demanda de coherencia estilística, que suena a una cruza de The Shins con TV on the Radio unida a la fuerza por Deeler, software creado por este trío de Portland que loopea trozos de grabaciones hasta volverlas un todo sonoro. Claustrofóbicamente accesibles, fue su debut I’m the Fun Blame Monster (Filmguerrero, 2004) que los puso en la mira de las bandas emergentes de las que seguro podían esperarse sorpresas. Su segundo disco Under an Hour (Filmguerrero, 2005) fue una críptica musicalización para una obra de danza que dejó pendiente el espaldarazo del segundo disco. Por eso Friend and Foe, su última entrega y la primera en Barsuk, es una señal de tranquilidad: aquí hay talento de sobra. Repleto de detalles inesperados que exigen concentración y un buen par de audífonos, Friend and Foe es un disco de desarrollo permanente, que va cambiando en sus texturas dependiendo desde la perspectiva que se le escuche. Siguiendo el arte de la carátula, el disco es permeable a los acentos que le pongan los auditores. Así, quienes busquen accesibilidad, encontraran un aire casi funky en ‘Muscle n’ flow’ con líneas vocales que se repiten entre guitarras cortadas, y esos slides y teclados antes del coro que suenan tan Fun Blame Monster. Lo mismo pasa con ‘My My’, quizá uno de los mejores temas del disco, que logra ese tono oscuro de teclados monocordes con baterías programas en una canción que evoca la desaparición y comenzar de nuevo; es sensibilidad elegantemente popera aguijoneada por saxos que vienen y se van. Notable en la dimensión oreja, con juegos de voces, gritos y silbidos, Friend and Foe queda corto si no se le agregan otras capas. Como el juego entre la batería y el bajo, que arma un ritmo recursivo que parece arrastrar el disco en elipses, o en la capacidad de detener los avances con quiebres bruscos de guitarras para volver una canción sincopada en un coro con aires épicos, con un ejemplo notable en ‘The Pelican’. Maestros de interrumpir y cambiar, como músicos hiperkinéticos con una concepción ingeneril de la música, Menomena suaviza tanta maquinación -demasiado arty para no levantar alguna ceja irónica- con una ejecución humilde. Sin solos eternos, sin ruidos sin sentido. Simplemente, sin excesos. Planificadamente excéntricos, aquí lo que suena es lo que vale la pena. Y es lo que se hace que se les escuche sin resistencias. Sin duda, Friend and Foe es un álbum de grandes canciones. Pero también es un excelente ejercicio de conceptualización, superior al debut de la banda. Como hecho de legos, este disco va formando una figura que sólo se ve de lejos, y que cuando se adquiere la distancia suficiente para observarla ya ni siquiera importa mucho lo que forma. Simplemente se disfruta. Muchísimo.