No son muchas las bandas que, con una trayectoria de sólo once años y cinco discos, se puedan catalogar como clásicas. Bandas que se valgan por sí mismas, con una integridad ensimismada, un sonido propio y una forma de entender las canciones de tal manera que desmerezcan demasiadas descripciones. Bandas que escapen de la necesidad (¿vicio?) de los cronistas para explicar la forma en que suenan, en que dan forma a sus canciones o los conceptos que acompañan cada una de sus obras. Bandas excepcionalmente integras.

Dentro de esas excepciones podemos anotar a Mogwai, quinteto escocés que lanza su sexto disco, The hawk is howling, en el que mantienen las particularidades de un sonido y una forma de entender la música en la que ellos mismos se reconstruyen a partir de sus propias profundidades sónicas, para dar forma a paisajes intensos, plagados de ruidos e imágenes sonoras que forman lugares repletos de sinapsis y conexiones siderales que se forman entre las elucubraciones intimas y los ruidos bien pensados y que dan cuerpo a conceptos rítmicos crudos, sobrepuestos en su forma monocromática, en sus melodías destripadas por su propia energía sonora, y en que las emociones, tan pensadas como espontáneas, se expresan en canciones rebosantes de una lógica trazada entre la ingeniería matemática y las explosiones, que evocan paisajes musgosos, íntimos y caóticos. Con The hawk is howing, Mogwai no trae nada nuevo, más que la novedad de ellos mismos, con su sonido propio de Escocia y de esa lábil etiqueta de post rock.

Comenzando con el primer single promocional “Batcat???, Mogwai se introduce en los ambientes más oscuros del rock duro y conciso, de guitarras crudas que desbordan mientras se entrelazan con los ritmos candentes, los bajos precisos y la distorsión que se confunden entre las melodías instrumentales sobrepuestas con ritmos de geometría estruendosa, para dar forma a un paisaje estrepitoso que sigue el concepto básico de la banda: ruido y atmosfera. En “The sun smells too loud??? se escucha más el sonido de Rock action (2001), por la cohesión instrumental que da forma a un paisaje de mayor dinamismo y limpieza sonora, que juega con una melodía contundente y marcada. En “Scotlan shame??? toman por sus manos el sonido y se arman con sus instrumentos para crear un ambiente tan ruidoso como atmosférico –el que se escuchó en Young team (1997)- que retuerce los instrumentos entre los efectos bien armados y los sonidos amarrados al musgo, con la dureza metálica de las cuerdas que suenan entre el frío agradecido y duro, de las piedras sonoras que cobijan al quinteto escocés.

Más no da para explicar un disco de una banda que hace discos completos, que como toda buena obra, deben ser entendidos en la simpleza de su complejidad, esa que dice que el todo es más que la suma de sus partes. Lo nuevo de Mogwai no es una canción ni un conjunto de ellas, sino que es una obra completa, que como todos sus trabajos debe ser escuchados en su totalidad, y que por ella misma forma un cuadro tan cálido como estruendoso, que debe ser apreciado como un pedazo de un momento, como una dosis de tonalidades secas, brillantes, diversas y siempre escalofriantes.