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Sin hacer mucha bulla, Múm ha ido desarrollando una carrera musical interesantísima en la cual cada nuevo álbum viene a ser algo así como una confirmación de un talento creativo fuera de serie e, incluso, al margen de los vaivenes del mercado y a sus exigencias. En la cúspide de esa línea siempre en crescendo aparece Go Go Smear The Poison Ivy, una preciosa colección de doce canciones que continúan lo que esta agrupación islandesa se planteó desde el comienzo en Yesterday Was Dramatic – Today Is OK (Thule Records, 2000), demostrando una coherencia sonora que pocas bandas logran mantener sin caer en el tedio sonoro. Pura idiosincracia.

Desde ‘Blessed brambles’ el pop atmosférico adornado con precisión e instinto pictórico va configurando un mundo sonoro, un paisaje en donde se irán enmarcando los arreglos y las voces, unos coros de tonos dulces que están siempre en plan de juego, para ir trepando por los pianos, los xilófonos y las trompetas circenses que remiten a una estética pueril y conmovedora. Los ruidos también son parte de aquella atmósfera, percusiones curiosas que van acelerando el ritmo y que se acoplan a la melodía de manera orgánica y sutil, para terminar épicamente con violines y un posterior enrarecimiento musical, una bulla ensordecedora de maquinarias que separa definitivamente a Múm de la línea que han seguido su contraparte en el mundo post rock, como sus compatriotas Sigur Rós, que en su último trabajo se han alistado en las líneas sinfónicas. Quizás el apodo post rock fue suficiente en un momento en el que las bandas como Tortoise o Mogwai, necesitaban un piso para circular, pero hoy claramente los límites han sido violados y se vuelve insuficiente el término para definir a una banda que se pasea con soltura a través de diversos ritmos, formas y estilos.

En ‘These eyes are berries’ predomina el ornamento onírico de las cajas musicales, mientras que en ‘Mmermalade fires’ la melodía se ralentiza y una preciosa pieza musical se erige con voces en función de una simpleza pop, que al mismo tiempo va experimentando con fondos de cuerdas y programaciones de alto nivel a medida que se avanza. Las canciones de Go Go Smear The Poison Ivy siempre van cuesta arriba decididas a reventar en unos violines intensos y estruendosos o en una superposición de elementos electrónicos conformando una masa densa difícil de discernir; un ánimo épico que busca implicar al oídor de manera sutil y paulatina, pero que una vez que lo ha atrapado comienza un viaje de desajustes. Así es el caso de ‘Dancing behind my eyelids’, o de los suaves vaivenes de ‘Moon pulls’, donde, a través del piano, se establecen las melodías más bellas y tensas del disco. Porque, a pesar de estar jugando con los sonidos, de hacer composiciones naïve, lúdicas y azucaradas, Múm sabe como ingeniárselas e inyectarle al sonido una tensión que inquieta en un principio y que ayuda a otorgar el carácter oscuro que muchas veces tiene el álbum.

Es esa tensión ensordecedora la que hace de Múm un grupo cuya visualidad se complejiza a medida que el oyente se hunde en los paisajes sonoros; unos claroscuros que fascinan por su suavidad y su exquisito gusto plástico, toda un estética que se va enriqueciendo con cada escucha.