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Si se escucha Jesus of cool sin más contexto que fue lanzado en Inglaterra originalmente en 1978, lo más probable que se piense que es obra de un loco. Pero su autor, Nick Lowe, británico hoy casi sesentón y reconvertido a cantante country, es una figura seminal del punk, asociada al eternamente miope Elvis Costello. Es cierto: a estas alturas el punk tiene más padrinos, madrinas, padres e hijos que músicos punk, y el argumento de precursor no dice mucho. Pero Lowe tiene créditos más que suficientes para entrar en la genealogía.

Primero, fue integrante de Brinsley Schwarz, banda inglesa activa durante la segunda mitad de los ‘60 y comienzos de los ‘70 y que tuvo su minuto de fama, pero a quienes algo les salió mal y quedaron relegados a tocar su pop rock de tres acordes con letras a lo menos irónicas en tugurios cerveceros. O sea, el proto punk que otros británicos harían explotar. De hecho, la canción “(What’s so funny ‘bout) Peace, love and understanding??? que hizo famosa Costello -y que luego a aparecería como cover en la banda sonora de “El Guardaespaldas???- es de Lowe, período Brinsley Schwarz. Convenientemente lo haría millonario en los ‘90 gracias a Whitney Houston y a los royalties.

Segundo hito. Lowe inició a mediados de los ‘70 una carrera como productor para los sellos independientes Staff y Radar, con un estilo crudo y testoterónico que llevó a que lo apodaran “The Basher??? (algo como “El Azotador???). Dentro de sus trabajos está el haber producido el primer disco de The Damned en 1977 (Damned Damned Damned, considerado el primer disco punk) y los álbumes de Elvis Costello salidos entre 1977 y 1981 (o sea, su etapa de oro, antes que se pusiera suavecito y mucho antes que se casara con la nefasta Diana Krall). Martin Hanett: hazte a un lado.

Y es justamente esta etapa de actividad intensa que coincidió con el lanzamiento de Jesus of cool, el debut de Lowe como solista. Originalmente obra de once canciones (en esta reedición los tracks 12 al 21 son bonus que conviene escucharlos por separado), la edición norteamericana tuvo que cambiar el título por Pure pop for now people– para no ofender la sensibilidad de ese país. Título más que acertado si se considera que son efectivamente canciones pop, que van desde el groove discotequero (“I love the sound of breaking glass???), con guiños al dub (“36 inches high???), pasando por baladas (“Little Hitler??? y “Tonight???), hasta el rock and roll explosivo de tres acordes (“Shake and Ppp???, “Heart of the city???).

Pero lo excepcional e incómodo de este disco no es que sean canciones pop, sino que están atravesadas por el sentido del humor corrosivo de Lowe, haciendo que sus revisiones de formatos tradicionales sean un tributo intencional y trasmutado. Jesus of cool es un simulacro pop: una copia al original que en el camino se vuelve otra cosa, igual de valiosa en su inventiva a lo que imita. Esto nos puede parecer muy común en la década actual, pero que a fines de los ‘70 debió ser toda una desfachatez. Así, la aparentemente inocente “I love the sound of breaking glass???, donde Lowe canta que ama el sonido del vidrio roto a cuando se siente solo, se vuelve un poco más perturbadora y divertida al saber que es un relato de irse de gira y destruir hoteles. “Shake and pop??? en su aparente ingenuidad a lo Chuck Berry, es un relato extremadamente lúcido de la industria, que cuenta cómo al principio una banda recibe una avalancha de hype de los medios, para que después el segundo disco sea catalogado de una mierda y la cantante de puta. Y en “Music for money??? Lowe oscuramente canta que cambia guitarras Gibsons por plata y Fenders por una fianza. Puntudo y extremadamente asertivo, Lowe parece un visionario profundamente descontento de la industria musical, una sensación que mucho más tarde se consolidaría con el establecimiento de la escena independiente en Inglaterra y Estados Unidos.

Jesus of cool adquirió con los años la fama de obra maestra subvalorada. En declaraciones a la agencia noticiosa Reuters, Lowe comentaba que siempre pensó que este disco sería olvidado, y que por eso mismo lo compuso irónicamente grosero. Y que nunca le gustó el punk, sino lo que el punk producía en la gente. Y es quizá por eso mismo que este disco se siente tan libre de aspiraciones grandiosas, pero intrigantemente inteligente en su acercamiento de bar al pop de guitarras. Con eso, Lowe fue más allá de lo que esperaba la industria y los parámetros del buen gusto. Y le guste o no, eso es bastante punk.