Aparecido el 29 de agosto de 1994.

 

Da igual cómo seguiría esta historia porque su primer episodio llenaría el vacío de las siguientes entregas. Es un fenómeno muy británico: rómpela con tu primer golpe y vive del mito. Definitely Maybe es así de brutal; un debut que ni se sonroja por los tics que tiene. Lo mejor de todo es que da lo mismo. A ellos les dio lo mismo. Oasis fue capaz durante los ocho meses que se extendió su gran presentación en sociedad de conectar con una ansiedad que no pedía pañuelos sino puñetes. Este es el otro (¿verdadero?) espíritu adolescente de los noventa.

Estas notas sólo se entienden en su contexto: seis días después que el grunge se pegara un balazo en la cabeza aparecía “Supersonic”, su primer single oficial, ni cercano a lo más brillante de Definitely Maybe, pero efectiva para dejar con hambre y llevar a la banda a sus primeros coqueteos con el éxito comercial, que llegaría al punto de fervor en agosto del ’94 con el disco en la calle. No todos tienen la suerte de estar en el momento adecuado como les pasó a Oasis al transformar en rock la perra vida de quien está pateando piedras mientras mira cómo la derecha británica no logra ordenar el desbanco económico y moral de esos tiempos.

Desde los primeros segundos de “Rock ‘n’ Roll Star”, la energía de esos vítores de guerra contra la mala suerte de nacer aquí o allá no pararán de rugir. “Vive tu vida“, “no renuncies“, “estos pueden ser nuestros mejores días”. Sin ser en lo más mínimo gran articulador de palabras, las que elegía Noel Gallagher para construir sus versos no eran sofisticadas pero estaban llenas de sinceridad. “You gotta make it happen'” decía en “Cigarretes & Alcohol”, poniendo ahí toda la fuerza de lo que buscaba contar. Eran sus sueños puestos en papel. Esa urgencia visceral que a tantos emociona cuando ven patear la pelota a Sánchez o Medel, la siento en “Up in the Sky” y el esfuerzo de Liam Gallagher de subir su voz todo lo posible sin perderla. O en “Columbia”, el mejor reflejo acá del estilo ácido del rock mancuniano de Happy Mondays y Stone Roses. Y qué decir de “Live Forever”, uno de esos temas que encausan sentimientos unidos como himno patrio, pero éste lleno de esos riffs que le deben más de una vela a The Who, The Kinks y T-Rex.

Definitely Maybe es un álbum esperanzador. Sin articular un discurso crítico como Suede, Blur y Pulp lo hacían en la misma fecha, ponía los acentos sin una pizca de cinismo en la batalla por mantener la frente en alto. No era un conflicto de clases sino contra uno mismo, el que partía soñando como estrella de rock y terminaba hablando de volver a casa, esposa e hijos incluidos. La tinta de esta historia es perenne pero se agotaría con fecha exacta. El 18 de diciembre del ’94 algo murió en Oasis cuando publicaron el single “Whatever”. Desde ese día se cortó la conexión con la calle y lo cambiaron por un futuro de vandalismo burgués y obsesiones de sonar bombásticos. Quizás como en ciertos futbolistas, su sueño cambió a uno de color verde.

Este año Oasis sacó un nuevo disco. Ni idea cómo sonará. Algunos amigos-fans del grupo dicen que es lo mejor que han sacado en un buen rato. Aunque lo dicen con cierta frustración porque saben que al pasar el boom de la novedad volverán a estas canciones, las de Definitely Maybe, que nunca aburren porque dicho simple y tomando “prestada” más de algo de la fecunda tradición (brit)rockera fueron capaces de reflejar algo tan catalizador para esa generación como la de hoy y la de mañana. El rock no debería preocuparse de sonar básico cuando llegan a esos lugares difícilmente incólumes del ser.