En el verano del 2004 tuve la suerte de hacer un programa de radio que se llamaba “Sit Back and Relax”. En él tocaba sólo música para relajarse, meditar, tomarse un trago bajo una palmera, o para poner de fondo en un museo o ascensor.

Mucha gente llamó para felicitarnos por poner un programa al aire que por fin tocaba música distinta, lejos del ruido que se escucha a diario. Por otro lado, otros llamaron para confesar que se habían dormido escuchándolo y que lo grabarían para cuando tuvieran insomnio (ellos usaron palabras mucho mas hirientes en sus llamadas). Debe ser que hay estilos musicales que uno puede no disfrutar, pero debe haber pocos que si no te gustan te noquean.

Digo todo esto para advertir que el álbum de Orcas viene con almohada de regalo.

Orcas es el nuevo proyecto de Benoît Pioulard y Rafael Anton Irisarri. Si nunca has escuchado sus nombres quizás podrías pensar que es un dúo formado por un francés y un español. Nada más lejos de la realidad; Benoît se llama realmente Thomas Meluch y es oriundo de Michigan. Rafael nació en Seattle, es uno de los miembros de The Sight Below y ha colaborado con gente como Fennesz, School of Seven Bells, Pantha Du Prince, etc.

Conociendo la obra de estos dos artistas no es sorpresa que esta colaboración sea una colección de pistas más bien lentas; to sit back and relax. De hecho, Orcas es un disco donde la melodía y los ambientes creados, con voces y máquinas, son lo preponderante. Uno incluso podría afirmar que (sorprendentemente) en éste álbum lo rítmico es casi inexistente.

Es interesante notar que la falta de ritmo mencionada en el párrafo anterior implica que sólo una faceta de Irisarri esta presente en Orcas (no nos olvidemos que The Sight Below grabó Glider, una joyita minimalista que publicó Ghostly en 2008). La verdad es que la cara de Irisarri que se muestra en este disco no es la que grabó Glider, sino la que grabó It all falls apart, un álbum mucho más shoegaze y menos “Hawtin-esque”, que el citado Glider.

Algo similar ocurre con la contribución de Pioulard. Lo suyo en este álbum no es su onda más drone, que se puede encontrar en Valley y en Plays Thelma, sino que su delicadeza y bellos acompañamientos vocales, muy cercanos a los que aparecen en sus mejores trabajos: Lasted y Précis.

Orcas empieza con un par de temas (“Pallor cedes” y “Arrow draw”) que me recuerdan a David Sylvian circa 1986-87. Ya sé que esto podrá significar para muchos apretar stop y luego hacer delete pero no hay que dejarse engañar por apariencias. Ambos temas funcionan bien como una introducción al disco y el parecido con Sylvian no pasa de ser un efecto creado por la cálida voz de Pioulard, la cual es acompañada por algo de guitarra y no mucho más.

¿Más Sylvian? Hay un tercer tema en Orcas que se podría denominar como “Sylvian-esque”: “I saw my echo”, el cual guarda cierto parecido con “Pallor cede”s y “Arrow drawn”, pero que es mucho más que eso ya que, en “I saw my echo”, la voz/guitarra combo es acompañado por unas notas en piano, un beat lento pero que lleva casi todo el peso del desarrollo de la canción. Además, llegando al punto medio de la canción se produce un quiebre (cosa rara en este álbum), una invasión de sonido que deja con ganas de más. Y es una suerte que recibamos más: gran tema.

Standard error es un tema bellamente construido sobre la base de un loop que por los primeros tres minutos del tema parece estar siempre in crescendo. Poco a poco capas de sonido se agregan y transforman la obvia repetición del ya mencionado loop, en el soundtrack de un  sueño en el que levito sobre las verdes colinas de Escocia (acompañado por una pelirroja, obvio).

“Standard error” es seguido por “Carrion” (el ‘single’ del disco) donde, si uno pone atención, se puede escuchar a Irisarri acompañando la voz de Pioulard con guitarras a lo Robin Guthrie. Es bastante obvio ver porque “Carrion es el corte que Morr decidió sería usado para promocionar el álbum, aunque esto no significa que sea el mejor del disco.

“A subtle escape”, “Certain abstractions” y “High fences” crean la columna vertebral del disco, y de paso, son los temas mas “drone” de éste. Todos tienen ese típico sonido supersaturado de fondo. La diferencia radica en que en los primeros dos cortes Orcas se las arregla para mantenerlo todo a un nivel escuchable. Quizás el truco es que las voces están en un muy claro primer plano, y por ende guían (y también crean) la melodía que termina cubriendo todo ese ruido. Al contrario, en “High fences todo se reduce a esa angustiante búsqueda de esos pequeños ruiditos que lo sacan a uno de la monotonía del fondo musical. Vale la pena mencionar que “High fences es el tema que cierra el álbum, y por ende uno termina con gusto a poco y apretando play de nuevo.

Mención aparte mereceUntil then”. Canción que fue compuesta como un tributo a Trish Keenan. Irisarri y Pioulard estaban grabando Orcas cuando la recordada vocalista de Broadcast falleció. Este es un bello cover; simple y emocional. Para mi gusto lo mejor del álbum.



Disponible en Tienda Sonar en formato CD a $13.900 y vinilo a $16.900. Tienda Sonar está ubicada en Paseo Las Palmas, local 017, Providencia.