Aparecido en mayo de 1959.

A fines de la década de los ’50, el jazz llegaba a un punto cúlmine: 1959 fue un año de reconocidas glorias, como Kind of Blue, de Miles Davis, y Giant Steps, de Coltrane. Subterráneamente, sin embargo, se estaba gestando el recambio necesario en lugares como el Five Spot Café, de Nueva York. Ahí, un negro nacido en 1930 recibía elogios y palizas (literalmente) de quienes escuchaban sus revoluciones musicales. Es que sus composiciones mostraban un orden y hermosas melodías, pero al mismo tiempo se apartaban de las armonías predeterminadas y exploraban el terreno de la atonalidad en el jazz. Ornette Coleman resultaba –de una u otra forma– irresistible.

A pesar de que había grabado ya dos discos (Something Else!!!! y Tomorrow is the Question), fue The Shape of Jazz to Come, de 1959, su obra más precursora y desafiante hasta el momento. El nombre del disco y la pose del músico en la portada –mirada fija en el lente, saxo en ristre– declaraban con soberbia pero tranquilamente la noticia: esto es lo que escucharán.

La verdadera revolución estaba, por supuesto, en el contenido de este viejo álbum de sólo seis piezas, todas originales de Coleman. Junto a su banda, compuesta por el trompetista Don Cherry, el contrabajista Charlie Haden y el baterista Billy Higgins, el músico se atrevió a descomponer las viejas convenciones en tiempo real: canciones que partían como un ortodoxo bebop de pronto recibían los alaridos de su saxo alto o sus despeinadas conversaciones con la trompeta de juguete de Don Cherry. Quizás lo más notorio y genial es que la disolución de los parámetros resulta, a pesar de todo, inteligible y conmovedora.

Ahí esta, por ejemplo, la pieza que inaugura el disco: “Lonely Woman”, que ya se ha transformado en un standard de jazz (por favor: escuchar la versión del Modern Jazz Quartet). Sobre una perturbadora y estable base de batería y bajo, Coleman y Cherry se despachan aquí una melodía emotivísima, y luego solos que gritan y exudan todo el dolor posible… Cuando las innovaciones se vuelven conmovedoras, como aquí y en el resto de las canciones, el mecanismo resulta más válido y cercano; la revolución se siente verdadera.

Sin duda, hubo nombres precursores del nuevo estilo, como Cecil Taylor y Lennie Tristano, que ya habían olvidado convenciones y armonías varios años antes. Pero fue Ornette Coleman el del gesto más público y –por eso mismo– controvertido. En 1960, de hecho, lo llevaría hasta el extremo, con el disco que le daría un nombre al nuevo estilo: Free Jazz. Grabado con un doble cuarteto, cada uno audible por un lado del estéreo, esta obra gritaría la palabra “libertad” aún más radicalmente. Casi insoportable, este disco funciona como un artefacto musical, un hito radical ineludible.

Lo que ofrece The Shape of Jazz to Come, en cambio, es un aperitivo menos genial e importante, quizás, pero mucho más cercano y disfrutable, aún 50 años después.

MP3: Ornette Coleman – “Lonely woman”

VIDEO: Ornette Coleman – En vivo desde Roma (1974)