Aparecido en 1997 / Reeditado el 2008.

Luego de explorar la mezcla entre ruido, pop y rock en sus tres primeros discos, generando un sinnúmero de imitadores (incluidos Blur) y convirtiéndose en un baluarte del indie, Pavement da un giro en Brighten the Corners (Matador, 1997). El sonido es mucho más limpio y ordenado que los álbumes anteriores, depurando las canciones hasta dejarlas bien pulidas. Esto generó rechazo en ciertos fans, mientras que abrió, también, puertas para que nuevos oídos incorporasen esta banda en su alimentación diaria.

Formados en 1989, y con experiencia en giras y álbumes, el quinteto norteamericano decidió abandonar su fórmula de improvisar en el estudio para realizar un trabajo más acabado. El afamado productor Bryce Goggin (Dinosaur Jr, Bettie Serveert) ayudó a guiar esta labor. En el camino, Pavement incorporó toques de jazz, blues y una pizca de hip hop en algunas voces, como en la de “Blue Hawaian”. Suena a su estilo, pero fresco y renovado, y, lo más importante, conservando la calidez y la emoción que hacen de este grupo un manjar para los oídos. La melódica “Shady lane” y “Old to begin” dan cuenta de este cambio, con una fuerte influencia del rock primitivo (Creedence Clearwater Revival) y del country.

“Nena, no soy un futurista”, canta Stephen Malkmus, y es fácil entender porqué la banda calzó en sus inicios tan bien en el sello que fundó el country ‘alternativo’ con Palace Brothers y Smog, Drag City. Pavement es música que remite a las carreteras y a los grandes espacios de Estados Unidos, al bello norte de California y al río Colorado. “Stralings in the slipstream” presenta un recorrido por la geografía de América del Norte, con el humor absurdo característico del cantante: “No hay mujeres en Alaska, ni mulatas en Vermont, no hay costa en Nebraska y otras que olvidé”, mientras que las guitarras se funden en una deliciosa americana con toques de Ennio Morricone pasados por las teorías expansivas de Sonic Youth.

“Type Slowly” remite a esta atmósfera -del Estados Unidos no urbano, o al menos, sureño, como el que narra Truman Capote en sus primeras novelas góticas- con sus tempos tranquilos, y sus acordes cuidados, para luego perderse en una exploración lisérgica. Todo lo que la banda aprendió en la experimentación desbocada y salvaje de Wowee Zowee (1995, Matador), se encuentra aquí ya incorporado, madurado y procesado, como un vocabulario musical propio.

La nueva edición de Matador incluye el álbum remasterizado, más treinta inéditos que dan cuenta del enorme momento creativo en el que estaba Pavement. Las críticas ante el cambio de estilo caen aquí, ya que los excelentes descartes dan cuenta de un arduo trabajo de selección, que dejó afuera versiones excelentes como la de “And Then (The hexx)”, pensada en una primera instancia como la obertura del álbum. La canción posee una fuerza intensa y narcótica, a años luz de la versión que saldría luego en Terror Twilight, el álbum final del grupo, y se presenta como uno de los mejores temas compuestos por Pavement. Mención aparte merece, también, la increíble toma de “The Killing Moon”, original de Echo and the Bunnymen, realizada para el prestigioso show de John Peel en la BBC1 de Londres: el final de guitarras es impresionante, así como la emotividad y desgarro con que Malkmus impregna el tema.

Esta vez, el impulso autoritario del vocalista se ablandó y el guitarrista Spiral Stairs compone y canta en dos canciones, de factura pop: “Passat Dream” y “Date w/Ikea”, que servirán como base para su trabajo posterior junto a la Preston School of Industry, donde confiesa sus influencias: Johnny Marr, Robert Smith y Lou Barlow. Resulta divertido constatar que en Estados Unidos Pavement sea la banda más británica que existe. Su sonido revela exquisitas influencias, tan lejos del punk barato y comercial que en esos años comienza a hacer furor en las tierras del norte, como del nü metal que arrasa con los charts gracias a Limp Bizkit y Korn.

Pavement son literalmente unos extraterrestres (trendy y muy cool, pero extraterrestres al fin y al cabo), con sus posturas clásicas y anticuadas de joven aficionado a la Road Movie, y por otra parte, dejan anonadado con sus arranques vanguardistas. Ok. Pavement es arty. ¿Y qué? Supongamos que gracias a su búsqueda se enmarcan perfectamente como el prototipo indie, y que con ello dejan de lado a las cientos y miles de bandas que aún imitan a Siouxsie, a la música industrial o las viejas glorias de 4AD, y se cuelgan del atributo de independiente porque nadie quiso publicar sus trabajos, tan malos que eran. En realidad, puede que indie se remita más a una búsqueda de libertad artística (rigurosa, lúdica y coherente), que a ser una fotocopia de algún grupo ‘alternativo’. Hoy muchos se atribuyen el nombre, a causa del fenómeno de la moda, pero pocos se lo merecen. La independencia va mucho más allá de lo monetario.