Tarde o temprano, Pedropiedra publicaría como solista un disco acorde a su abultada trayectoria en otras instancias, grosso modo, alrededor de una decena de proyectos desde comienzos de milenio. Ese disco apareció hace una semana, se llama Ocho, trae la cantidad de temas que su título indica y tarda sólo media hora en recordarnos que, llegado el momento, acumular mucha experiencia termina pagando en oro.

Pocos minutos condensan un largo recorrido. “Rayito/Olita” ejemplifica lo abiertos que están los caminos para su autor después de probar suerte con tantos géneros. En una primera escucha, las steel drums del comienzo inducen a sospechar erróneamente que se inclinará por una tropicalidad como la de Pop negro de El Guincho, y en vez de eso acaba firmando la primera cumbia villera de la historia cantada por alguien de apellido Subercaseaux. La gran Gepe, podrán pensar los descreídos ante su atrevimiento, pero en su biografía, escarbando un poco, llegamos a bandas de hace más de diez años como Yaia y Tropiflaite en las que ya tomaba el pulso de diversos ritmos caribeños.

Ocho es panamericanista. Si “Rayito/Olita” acude a un estilo callejero asociado con Argentina, “Era tu vida” —que también cita a “Enola gay” de OMD— incluye bronces a la usanza mariachi y “La balada de J González” recorre el altiplano con sus quenas. Hay que detenerse en la última: es uno de los dos homenajes que Pedropiedra le rinde al líder de Los Prisioneros, también citados en “Lluvia sobre el mar”, en sí misma una referencia al venerable Corazones, pese a llevar guitarra eléctrica de corte pop rock clásico. Inspirado por una figura capital en la música chilena, y para la que trabaja ocasionalmente como baterista, en ambas se matricula con los mejores coros de su carrera.

Para el oyente activo que escudriña influencias, el disco garantiza material de entretención. “Todos los días” arranca con una guitarra brillosa a lo Soda Stereo de “Persiana americana”, pero luego se convierte en un homenaje al Charly García funky de los ochenta, en el que hasta la voz femenina suena como la brasileña Paula Toller. en “Buscando un símbolo de paz”. Aunque no es un escenario como el que describe Tus Amigos Nuevos, en el que “escuchando rock latino aprendí a ser argentino” porque Pedropiedra asimila más de lo que imita. Él mismo lo canta: “Mi lugar es donde ponga los pies”.