En los cinco años transcurridos desde la edición del exitoso Let England shake (Island, 2011), PJ Harvey no se quedó sentada en casa: viajó a Kosovo, Kabul (Afganistán) y Washington D.C. junto al fotógrafo y cineasta Seamus Murphy; editó el libro de poemas e imágenes The hollow of the hand (Bloomsbury, 2015); participó en shows multimedia,y se concentró con sus músicos en una instalación arquitectónica en el centro cultural Somerset House de Londres, donde grabó nuevas canciones en sesiones abiertas al público.

El resultado final es el disco más político de PJ Harvey hasta la fecha, en donde sin juzgar ni adoctrinar nos llama a poner atención sobre varias cosas que huelen mal en Europa del Este, Afganistán y Estados Unidos: la limpieza étnica (“The wheel”), niños afganos obligados a pedir limosna (“Dollar dollar”) o el uso de un discutible plan de mejoramiento urbano en uno de los guetos más deprimidos de Washington D.C. en “The community of hope”, canción que ya le hizo ganarse la tirria de los políticos locales. Ésa es la clase de historias que encontramos entre melodías pegajosas, guitarras afiladas, saxos apocalípticos y experimentos con blues.

Extrañamente, aunque no deje de experimentar, PJ suena cada vez más dentro de una peligrosa zona de confort: Sin ser un mal disco, en The hope six demolition project se echa de menos el espíritu desafiante que impregnaba placas como Dry, Rid of me o To bring you my love, y la pregunta surge de inmediato: ¿volverá nuestra querida Polly Jean a rompernos realmente los esquemas en un próximo trabajo? Esperemos que así sea.